Nota del autor: El siguiente artículo está especialmente dirigido a organizadores de peregrinaciones, coordinadores de grupos de oración, Centros de la Paz, y fieles activos en promover el mensaje de la Reina de la Paz.
Mis últimas dos visitas a Medjugorje, en Mayo de 2023 y 2024, me llevaron a escribir esta reflexión. Por un lado, experimenté en las visitas la misma gracia y profundidad de siempre. Por otro lado, experimenté también, como nunca antes, la realidad humana del lugar. No entraré en detalles sobre ello, por respeto a la privacidad de los protagonistas. Sin embargo, me limitaré a decir lo siguiente: experimenté y observé varias faltas de caridad, por parte de algunos parroquianos locales y extranjeros residentes del lugar. Esto, por ningún motivo, me escandalizó o desanimó en mi amor por Medjugorje. Todo lo contrario; estas experiencias las llevaba a la oración, intentando descubrir en ellas la lección que Dios quería enseñarme. La respuesta llegó, poco a poco, en la meditación silenciosa. Comprendí que Medjugorje ha sido escogido como depositario de una gracia extraordinaria, una obra de Dios sin precedentes. Los frutos confirman, una y otra vez, la magnitud de la gracia tan especial que ahí se vive. Pero esta realidad espiritual no libra a Medjugorje de su realidad humana. La presencia diaria de la Reina de la Paz no exime ni elimina las realidades humanas del pueblo. Por eso, Medjugorje sigue siendo un lugar como cualquier otro, que no está libre de problemas, faltas, y dificultades meramente humanas. Por lo tanto, es vital no idealizar a Medjugorje. Esto es sumamente importante de entender, especialmente para los guías, organizadores de peregrinaciones, y todos aquellos que trabajan por extender el llamado de la Virgen en el mundo.
Muchos peregrinos que llegan a Medjugorje (sobre todo la primera vez) se ven profundamente tocados por la gracia de Dios. Sin embargo, por falta de madurez, experiencia, o acompañamiento espiritual, ciertos peregrinos tienden a comenzar a idealizar el pueblo de Medjugorje, imaginándolo como un lugar perfecto. Incluso algunos, en su emoción por la experiencia vivida, quieren o deciden dejarlo todo para irse a vivir a Medjugorje, pensando que ahí encontraran una solución mágica para sus vidas. Medjugorje se convierte, entonces, en un escape de su realidad. Muy pronto, muchos de estos peregrinos se topan con un gran shock cultural, y con una realidad humana propia de cualquier pueblo o ciudad. Este shock los lleva, entonces, a desilusionarse fuertemente. Son pocos los extranjeros que, después de un tiempo de discernimiento, han tomado la decisión de quedarse permanentemente en Medjugorje, tras recibir una llamada específica a servir de tiempo completo a los peregrinos. Este llamado no es para cualquiera, y debe ser discernido con especial cuidado y atención, para evitar ilusiones que pueden dañar a la misma persona y a otros. Fray Ivan Dugandzic, OFM, de la Provincia Franciscana de Herzegovina, lo explica de la siguiente manera:
No debemos considerar Medjugorje aisladamente como una isla en donde podemos refugiarnos huyendo de un mundo que ya no podemos soportar, ni buscar un substituto para la Iglesia que está desorientada en el mundo de hoy, a fines del siglo veinte. Por el contrario, Medjugorje acontece propiamente en medio del mundo contemporáneo que tiene necesidad de Dios para tener un futuro. Sucede en una Iglesia que será alejada de su confusión ante los enormes desafíos contemporáneos y que en ella se revivirá el espíritu de sus orígenes. Parece que el significado profundo de los eventos de Medjugorje no son incluir otro movimiento más en la Iglesia, junto con muchos otros, sino más bien, promover la Iglesia así como es, a fin de que en el mundo de hoy día se reconozca su misión y se acepte su propia responsabilidad con respecto al futuro del mundo, que por varios motivos está siendo objeto de discusión. Naturalmente, solo aquel que comprende que del insignificante Nazaret pudo venir algo bueno (ver Jn 1,46) y que Dios actúa siempre por medio de los pequeños y de los insignificantes puede reaccionar de este modo.
Es importante que los guías, organizadores de peregrinaciones, y coordinadores de grupos de oración, enseñen a los peregrinos que Medjugorje es una parroquia y un pueblo ordinario, que vive una realidad espiritual extraordinaria. La realidad ordinaria de los habitantes, que también conlleva defectos humanos, no desacredita, ni mucho menos detiene, la realidad extraordinaria que Dios ha depositado en este lugar. Gracia y debilidad humana, dos realidades aparentemente opuestas, pero que en verdad, se complementan una con otra, como lo describe San Pablo: “No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús…Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros” (II Cor 4, 5&7). Por tanto, la simpleza de la gente, de los videntes, y de la parroquia, indica con más fuerza al origen divino de los acontecimientos de Medjugorje.
La gracia de Dios, que toca y transforma los corazones, no tiene un origen humano. Es Dios quien la otorga gratuitamente, sin mérito alguno de nuestra parte. Dios, por tanto, no eligió a la parroquia, videntes, y sacerdotes de Medjugorje por ser mejores o más especiales que otros. Esta elección vino por ser ellos un terreno abierto, no perfecto, para la semilla de Dios. La responsabilidad de cultivar esta semilla ha sido su tarea desde 1981, perseverando constantemente en arrancar aquello que no les pudiera permitir dar frutos de paz, oración, y conversión en el amor. Esto es evidente en la maduración humana y espiritual que han experimentado los videntes desde que iniciaron las apariciones. Ellos han crecido y madurado, no solo en edad y vida familiar, sino en su relación con Dios y los demás. De seis adolescentes anónimos de Yugoslavia, han pasado a ser seis figuras relevantes en la espiritualidad mariana contemporánea. Su testimonio es valorado y apreciado, no solo por su experiencia espiritual con la Virgen, sino por la manera sencilla, profunda, y elocuente de transmitirla en palabras y obras. Los parroquianos y sacerdotes han experimentado un proceso similar, viéndose en la necesidad de adaptar sus vidas, parroquia, y pueblo natal, al servicio de los peregrinos. Esta entrega total no sucede de la noche a la mañana; requiere un proceso de aceptación de la realidad, concientización y reconciliación con la propia debilidad, y finalmente, el constante recurso a la gracia divina, única capaz de transformar a las personas. Dicho proceso no está exento de caídas, errores, y buenos intentos frustrados por la debilidad. Sin embargo, el constante intento y perseverancia por permanecer fiel a Dios, y cumplir su voluntad, es lo que hace creíble una conversión. Este factor es innegable y muy evidente en los videntes, sacerdotes, y parroquianos de Medjugorje, quienes a pesar de sus realidades humanas, han perseverado constantemente en su fidelidad. A través de esa sincera conversión, han podido acoger a millones de peregrinos, que de todo el mundo buscan la paz de Dios en la realidad cotidiana de su pequeño pueblo. Ésta naturalidad en la verdad es, sin duda, un factor muy importante a favor de la credibilidad del fenómeno espiritual de Medjugorje.
Fray Slavko Barbarić, OFM, quien sirvió como vicario parroquial en Medjugorje desde 1982 hasta su muerte en el 2000, entendió, profundizó, y vivió con gran maestría la espiritualidad contenida en los mensajes de la Virgen. Sus conocimientos como psicoterapeuta y pedagogo lo hicieron comprender el lado humano de los videntes y parroquianos de Medjugorje, sabiendo guiarlos sabiamente en su crecimiento espiritual. En una informativa entrevista concedida en el año 1996, el Padre Slavko explicaba la realidad de la dimensión humana de Medjugorje con honestidad, pero con una firme esperanza en el poder de la gracia de Dios:
Hay un buen número de creyentes en la comunidad parroquial que viven los mensajes viniendo todos los días a la Misa y rezando, participando en las oraciones del Podbrdo y del Krizevac, y adoran a Jesús en el Santísimo Sacramento del altar. Hay otros, y esto es un hecho, que han perdido todo el sentido religioso de las apariciones, y todo lo viven solamente al nivel del trabajo, del dinero, del negocio…No debemos olvidar que la comunidad parroquial de Medjugorje está cambiando en el sentido económico y social, a causa de los peregrinos. Esos cambios son necesarios, pero pueden tomar derroteros peligrosos y traer frutos agrios. Sin embargo, eso no compromete lo que Nuestra Señora deseaba originalmente. Simplemente hay que tener cuidado. Los peregrinos desean encontrarse con los testigos que viven el mensaje y también desean tener tiempo para la oración, tener la oportunidad para confesarse, de arrodillarse, de vivir la paz y el amor de la gente…Y aquí nosotros en la parroquia debemos tener cuidado, ya que no debemos pensar que la gente va a venir si tenemos mejores casas y calles, aunque todo eso sea necesario, sino que van a venir si nos convertimos en una escuela de espiritualidad y ayuda en el camino hacia Dios.
Como director espiritual y psicoterapeuta, el Padre Slavko conocía muy bien el proceso de crecimiento espiritual, el cual no puede deslindarse del crecimiento humano. Por el contrario, toda la gracia divina recibida a través de las prácticas espirituales tiene el fin de perfeccionar las debilidades humanas. Esto solo se da con una apertura total de la persona a Dios. La persona, consciente de su debilidad, permite a Dios obrar en ella, cooperando con la gracia a través de la oración, sacrificio, y vida sacramental. Por ello, Fray Slavko insistía repetidamente en volver a la raíz, al primer amor, a aquella primera decisión de la conversión tras haber experimentado el amor y la paz de Dios. Solo así se darán los cambios necesarios que lograrán la maduración en el amor y santidad. “Ya no es importante la razón por la que ella eligió Medjugorje,” decía Fray Slavko, “sino que es importante aceptar esa elección y permanecer sin cansancio en la escuela de Nuestra Señora.”
Para evitar idealizaciones irrealistas, es importante orar constantemente por los videntes, sacerdotes, y parroquianos de Medjugorje. Su respuesta al llamado de Nuestra Señora no es, ni ha sido nunca, fácil ni automático. Es un camino de conversión que requiere un constante apoyo en la gracia de Dios, sin la cual es imposible asemejarse y vivir como Jesús. Recibir gracias extraordinarias de Dios no es una garantía de santidad para nadie. Más bien, requiere un mayor compromiso, libre y generoso, de responder a la gracia recibida con amor. Para lograrlo, la cooperación y apertura personal a la gracia de Dios es indispensable, pero también, el apoyo espiritual de otras personas. Este apoyo en la oración los ayudará a perseverar en las pruebas y tentaciones que se suscitan en la vida espiritual, familiar, y pastoral. Por tanto, los peregrinos, grupos de oración, y guías, deben esforzarse por promover la oración, no la idealización, por los videntes, sacerdotes, y parroquianos de Medjugorje.
Los peregrinos esperan las oraciones y ayuda espiritual de los parroquianos, videntes, y sacerdotes en Medjugorje, pero son pocos los que los ayudan a ellos con oración para cumplir su misión. Con el apoyo de nuestras oraciones, se cumplirá entonces el deseo de la Reina de la Paz para ellos: “Queridos hijos, conviértanse ustedes, los de la parroquia…así podrán convertirse todos aquellos que vengan aquí…Corresponde primero a ustedes ser los primeros en acoger los mensajes y luego a todos los demás…De modo especial, queridos hijos, deseo que todos ustedes [los parroquianos] sean un reflejo de Jesús que ilumine a este mundo infiel que camina en tinieblas. Deseo que todos sean luz para los otros y que den testimonio de la luz. Queridos hijos, ustedes no han sido llamados a las tinieblas sino a la luz. Por lo tanto, sean luz con su vida.”