En 1988, y a punto de cumplir 50 años, Mary Fernández trajo el primer grupo de peregrinos a Medjugorje. Eran latinos de Estados Unidos y cubanos que se habían exiliado. No podía imaginar en ese entonces la gracia enorme que Dios le tenía preparada, tanto para ella como para su esposo Manolo, de ser sus manos extendidas durante todos estos años en los que han organizado, acompañado y traído nada menos que 186 peregrinaciones.

Tampoco pudo imaginar la gracia y el obrar de Dios en cada uno de los más de 9.000 peregrinos que, en estos 37 años, han venido con ella a Medjugorje. Tantos corazones que se abrieron a Dios, que han comenzado su conversión, el cambio de vida. Tantos y tantos testimonios que Mary atesora en su corazón y que podremos conocer cuando esté terminado el libro que está escribiendo.

Hace un par de semanas, Mary estuvo viviendo su peregrinación Nº 186, y como no podía ser de otra manera, junto a Silvia Cecić, su amiga, su hermana, con quien han compartido tantas experiencias, desde los retiros hasta los viajes en misión con fray Jozo Zovko a Washington y Naciones Unidas en 1992; a América Latina en los años 1996 y 2000; como también las misiones en Miami.

Fuimos a encontrarnos con Mary en la pensión Dane, donde ella se aloja ya desde hace muchos años, y les compartimos esta hermosa entrevista, en la que cuenta su experiencia, no solo de organizadora de peregrinaciones, sino de vida. Con una historia detrás, como tenemos cada uno de nosotros, diferente, pero acompañada por Dios en cada paso. Tal vez el testimonio de Mary Fernández nos ayude a descubrir el llamado que Dios nos tiene de servirle a Él en el prójimo, ¡quizás en el peregrino!

Cuéntanos un poco de ti, de tu vida… ¿Cómo es tu historia, tu familia, a qué te dedicas?

Esta humilde servidora, nació un 12 de octubre de 1938 en La Habana, Cuba. Mi madre era cubana y se llamaba Isabel; y mi padre, Daniel, era catalán de Barcelona. Él había emigrado a Cuba unos años antes, donde conoció a mi madre y se casaron. Formaron una hermosa familia católica con 2 hijas, mi hermana Lucy, la más pequeña, y yo. Lucy falleció hace ya 35 años en un accidente en Miami.

Mi papá no practicaba mucho la religión, pero mi mamá si, y se ocupó siempre de llevarnos a Misa y educarnos en la fe. Recibimos junto a mi hermana todos los sacramentos y además fuimos a un colegio católico. Fue nuestra madre la que nos enseñó a rezar el rosario a Lucy y a mí.

¿Qué pensaste cuándo saliste de Cuba? ¿Qué recordás con cariño de esos años antes de dejar tu país?

Salí sola de Cuba un 27 de julio del 1960, mis padres se quedaron. Pensamos todos que sería por un tiempo corto y que regresaría pronto. Mi hermana Lucy se había casado con un estadounidense que trabajaba en la embajada de EEUU en La Habana. Su esposo fue transferido a California y después a Miami, donde se establecieron con su familia, y donde fui yo a vivir los dos primeros años cuando salí de Cuba. Nunca pensé que no regresaría, no se me pasó jamás por la mente ir a vivir a Estados Unidos o a ningún otro país… lo tenía todo en Cuba y éramos muy felices. Una familia de clase media y mi padre tenía su negocio de suministros para las tiendas de quincallería, tenía negocios con Japón y traía desde allí la mercancía para abastecerlas.

Mis recuerdos son todos felices, una vida muy normal y tranquila, amigos del colegio, disfrute mis años de juventud muy sanamente: íbamos a la playa, al “Té Bailable” los domingos en el Club Bancario en Santa María del Mar, teníamos muchas excursiones con el colegio, visitas a Nueva York, a California, íbamos a Miami de vacaciones, entre tantas cosas lindas más… ¡pero mi Cuba siempre era la Nº 1!

¿Como llegó la Reina de la Paz a tu vida? ¿Dónde y cuándo fue que escuchaste por primera vez de Medjugorje?

Una gran amiga, Margarita Rodríguez, me regaló un libro sobre Vicka, del padre Janko Bubalo. Lo leí e inmediatamente sentí que tenía que ir a ese lugar lejano que nunca había oído mencionar. En ese entonces trabajaba para la compañía de turismo italiana «Polvani Tours», y les pregunté si podíamos organizar una peregrinación a este lejano lugar llamado Medjugorje. Me respondieron que no les interesaba, que esos viajes no dejaban ninguna ganancia y que ellos no sabían nada de esto. Pero que, si yo quería, podía indagar, organizarlo e ir de guía con el grupo. Enseguida dije que sí sin tener idea por donde comenzar… pero cuando Dios tiene sus planes, los realiza.

Todo se fue dando super fácil y la compañía Atlas Tours me arregló todo. El vuelo fue con JAT Airlines (la línea aérea de Belgrado), nuestra guía local fue Anka Blažević. El 23 de septiembre de 1988, (el día del santo Padre Pío) salimos hacía acá todos super emocionados y felices de poder peregrinar y ser parte de esto que estaba aconteciendo en Medjugorje. Los vuelos eran en ese tiempo una tragedia… en Belgrado tenías que correr

por la pista para tener un asiento, esperas en el aeropuerto de horas, etc. Llegamos directos del aeropuerto de Split a la Iglesia Santiago Apóstol, casi comenzando la Santa Misa, el día 24 de septiembre.

¿Cómo era Medjugorje a finales de los años ’80, en las primeras peregrinaciones??

No existían las calles que conocemos hoy día, era todo de tierra colorada, piedras, y a lo largo de la calle principal había cordeles con tapetes y alfombras que vendían personas de los alrededores. La casa de hospedaje era del estado y el señor que estaba a cargo era el cocinero, el portero, el que ayudaba, hacía todo… y no hablaba ni inglés, ni español, ni nada que entendiéramos, todo fue por señas, el lenguaje mundial, jaja…

Muy sencillo, pequeño, rústico, pero lleno de amor y de paz y esto lo sigue siendo, porque si no fuera así no habría conversiones en miles de peregrinos, curiosos, incrédulos, que vienen por su cuenta o llevados. La Paz que vives en Medjugorje es única y cuando venimos cargamos baterías para poder dar esta paz a los demás. Esto lo vi desde el primer viaje en 1988. Las casas eran con un baño para compartir entre todos… y nadie se quejaba y no pasaba nada, todos estábamos felices por compartir. Eso nos enseñaba que puedes ser muy feliz con muy poco o muy infeliz con mucho. Que tenemos mucho más de lo que necesitamos para vivir felices y agradecidos por todo lo que el Señor nos da. La sencillez y la humildad eran admirables.

¿Una anécdota que recuerdes de ese primer viaje?

Nuestro primer regalo (no íbamos buscando nada de esto) fue el sol poniéndose y haciendo giros, destellos, palpitando. Sucedió al doblar donde hoy está la rotonda (que no existía desde luego) con la Iglesia delante. Había mucho tráfico y el bus con los 37 peregrinos y Anka estaba parado esperando poder moverse. Cuando todos en el grupo, menos 1 persona, vimos el fenómeno del sol, pedimos bajarnos y admirar este regalo de bienvenida. Entonces la policía vino y se llevó al chofer preso porque no podía estar en el medio del camino con nosotros mirando al sol. Decidimos caminar hasta la Iglesia, mientras la guía hablaba con la policía y veía qué podríamos hacer. Entre los del grupo recogimos dinero y se le dio a la policía y así compramos la libertad del chofer…

Viajaron juntos con tu esposo Manolo, ¿qué nos puedes contar de esa primera vez?

Esta primera experiencia nos marcó y, a Dios gracias, mi esposo Manolo fue parte del grupo. Él no quería ir porque éramos cubanos desterrados por el comunismo, y me decía que no iba ir a otro país comunista (Yugoslavia) sabiendo en carne propia lo que era el comunismo. Pero yo sí quería ir y lo engañamos… Durante la organización le dije que su gran amigo de Cuba, Primi (esposo de Margarita Rodríguez, que me regaló el libro), decía que, si Manolo iba al viaje, él iba también. Y a Primi, Margarita le dijo lo mismo, que Manolo decía que, si él iba, se uniría al viaje él también. ¡Y así fueron los dos!

Y como el Señor hace y deshace todo a la perfección, esto me ayudo a que Manolo supiera lo que era Medjugorje, que lo conociera, para que cuando yo le hablara de Medjugorje y lo que vivimos, el estuviera consciente de lo que yo decía y no que se «imaginara» de lo que yo hablaba. A Manolo le impacto y como hombre de una base religiosa, muy fuerte y mariana (educado en los Hermanos Maristas en Cuba y miembro desde su temprana edad de la Acción Católica Cubana), leyó mucho sobre Medjugorje.

Tuvo el regalo de ver el Monte de la Cruz iluminado por las noches cuando no dormía por el cambio de hora, pero creyó y estaba convencido que era iluminado por bombillas eléctricas que estaban puestas en la cima (esto no me lo comentó hasta regresar a Miami). Y en el segundo viaje subió, para convencerse buscando la conexión de alambres eléctricos alrededor de la base del Križevac. Claro, no encontró nada y no creyó (como Santo Tomas).

Todo esto lo armo el Señor para que yo pudiera por todos estos años, renunciar a mi posición en la compañía Polvani, siendo gerente y con muchos beneficios, pero que no significaron nada después de conocer Medjugorje. No me sentía a gusto, no estaba contenta, yo quería seguir llevando peregrinos para que estos sintieran lo mismo que yo sentí y sentía cada vez que visitaba este pedacito de cielo. Hasta que en el año 2.000 les dije que renunciaba e iba a dedicarme a llevar grupos de peregrinos. Lo cual hago hasta este momento y espero poder hacerlo muchos años más.

¿Algo que te haya marcado en todos estos años de la experiencia de peregrinar?

He aprendido en Medjugorje, en «La Escuela de la Vida», a que los problemas no desaparecen cuando tú visitas Medjugorje. Los problemas siguen, pero los ves de otra manera, ya no son problemas a los que no puedas hacer frente. Ahora, con la confianza de que con el Padre y la Madre se puede hacer frente a todo y entender el porqué de la respuesta, ¡tanto si es sí, como si es no! Esto para mi es lo primordial que recibí en Medjugorje y que a través de estos casi 37 años ha ido cambiando mi vida y mi familia.

Hasta este momento, marzo de 2025, hemos peregrinado, con grupos y en algunas pocas ocasiones sola o con mi esposo, 186 veces. Y en cada una nerviosa como si fuera la primera, aprendiendo a seguir creciendo espiritualmente y como persona, porque en cada una hay algo que marca la peregrinación y te hace crecer aprendiendo a conocerte más. Es más, cada vez te das cuenta de que no eres nada, que Dios es el Todo.

¿Cuál crees que es el don más grande que Dios nos da a través de Medjugorje?

El darte cuenta de la importancia de Jesús y María en tu vida, como viven en nosotros y nos acompañan en todo momento de nuestras vidas, en las buenas y en las malas. Porque de las malas sale siempre algo bueno… la fe. Medjugorje nos enseña que Ellos están con nosotros y que no nos abandonan, solo tenemos que abrir nuestro corazón y dejarlos entrar y morar en él. ¡Esto para mí es importante y trato de vivirlo para que, a través de nuestro ejemplo, mis cuatro hijos y mis once nietos conozcan a Jesús y María!

Háblanos de fray Jozo Zovko, ¿cómo surgieron los retiros con él y qué nos puedes contar de ellos?

En la primera peregrinación conocimos a fray Jozo y de inmediato me impactó. Vi en él alguien diferente y cosas que sucedieron ese día me hicieron ver que es alguien muy especial. Nos hablaron de sus retiros en otros idiomas, pero nunca había dado uno en español. Le pedí hacer uno y dijo que lo pensaría, eso fue en el año 1989. En 1990 organizamos el primer retiro en Tihaljina, en la casita al costado de la Iglesia, donde viven algunas monjitas y tienen su capillita.

Fuimos solamente 17 personas, aunque ya era un buen número. Yo pienso que el padre no conocía como era el latino, nuestra cultura es diferente a la de un croata, alemán, francés, etc., y esto lo llevó a dudar de hacerlo. Pero al conocernos, como demostramos nuestros sentimientos sin pena ninguna, lloramos, reímos, cantamos, bailamos, nos enfurecemos y todo hablando, porque hablamos demás… pero así somos y eso gusta. El padre quedo prendado de nuestra forma de ser. Nos comentó una vez: “Es que vienen de otros países de Europa, pero no sé si lo que les estoy diciendo les gusta, o no, si les llega al corazón, etc. Pero con ustedes, en sus caras veo enseguida la alegría, el temor, el amor…” y es verdad.

En estos retiros a conocimos a muchos españoles, y hasta hace 3 años siempre se hicieron los retiros con la mitad de los peregrinos de España y la otra mitad de América Latina. Esta escuela de sabiduría, fe, amor, confianza, esperanza, perdón, y… podría seguir y seguir… solo se vive y nos marca en estos retiros. Solamente se cancelaron en los años de la guerra, pero en el 1996, durante el viaje de Misión a Latinoamérica (Puerto Rico, Centroamérica y México) el padre Jozo me preguntó que nos parecía volver a realizar los retiros, y así los retomamos en el invierno de 1997 en la Casa San Giuseppe, de la señora Marisa, en Medjugorje.

Desde hace tantos años te acompaña con la traducción en cada peregrinación y retiro Silvia Cecić. ¿Cuándo la conociste?

Te cuento una anécdota y así sabrás como nos conocimos. En el retiro del año 1998, Leo Žuljević, quién había sido el traductor del retiro el año anterior, por fuerzas mayores no pudo asistir. Estábamos todos ya en la casa San Giuseppe y nos llama Leo que no podía traducir. Mi primera reacción fue orar: “Virgencita, tú y tu Hijo nos abrieron estas puertas, confío que ustedes se encargaran de arreglar esto, porque yo no sé a quién llamar”.

No es fácil traducir a fray Jozo y muchos guías antes y ahora tienen miedo de traducirle, eso lo entiendo. Llamamos a la oficina de información y me dicen que me enviaban a una traductora fenomenal. Llega la señora vestida casi como una generala y ya de verla supe que el padre Jozo no la iba a aceptar. Te compenetras tanto y el compartir viajes y distintos momentos con el padre, ya lo conoces y sabes cómo piensa, cuando puedes hablar y cuando debes esperar.

La señora muy eficiente paso a contarnos a quién traducía, gobernantes, médicos, personas de vida profesional muy altas, etc. No cabía duda de que era muy buena, pero no para la parte espiritual de la cual me dijo que no estaba enterada. Ella había oído del padre Jozo, pero nada más, y cortésmente le dijimos que le avisaríamos, aunque el retiro comenzaba al día siguiente. Llamé a la oficina y les dije que no era adecuada para traducir algo tan espiritual, se veía magnifica en otra materia, pero no para esto y si sabían de alguien más, y me responden: “Hay una señora chilena que vive en una isla frente a Split y habla croata, pero hay que llamarla, preguntar y ver cuando puede llegar porque está nevando. Era febrero y había comenzado a nevar para hacerlo más ameno. Le dije que la llamaran para ver si podía. Al ratito me respondieron que vendría el día siguiente.

Nos sentamos a cenar con el grupo, éramos bastantes, unos 30. Alguien tocó a la puerta, Marisa abrió y vino a llamarme. Esta joven fue a la oficina y le dijeron del retiro y quería ver si había cupo para hacerlo ella también. Le dije que claro que sí, que no había problema, si había cama, había cupo. La senté al lado mío para conocerla y hablando me dijo: “Soy mexicana, vengo de Italia de vivir nueve años allí y voy de regreso a mi país, pero antes quise venir a Medjugorje y me dijeron de este retiro”. Le respondo: Ah nueve años, así que debes hablar italiano, ¿verdad? Me respondió: “Si, por supuesto”.

Y ahí mismo comencé a dar gracias a Jesús y María por enviarme a Ana para comenzar el retiro hasta que llegara Silvia Cecić, de Šolta, en el Adriático. Le comenté el problemita a Ana y le pedí si quería comenzar en la mañana a hacer la traducción y yo estaría en un rincón del salón orando para que pudiera hacerlo como Dios quería. Y así fue… lo hizo de maravilla, super bien. El Padre estuvo feliz y en la tarde llegó Silvia quien siguió con el retiro.

Está mexicana, Ana del Villar, vino de nuevo al retiro de fray Jozo en el 2017 con su hijo en la Isla de Badija… me parecía mentira, hemos mantenido el contacto durante los años. Ella salvó el retiro. No cabe duda de que cuando confías completamente en Jesús y María, todo toma su cauce y corre sin desvíos.

¿A que otros lugares han viajado con fray Jozo Zovko para difundir los mensajes de la Reina de la Paz?

Con Silvia acompañamos al P. Jozo a América del Sur en noviembre del año 2000. La Misión del 1996 fue Puerto Rico, Centroamérica y México, pero el traductor fue un sacerdote amigo nuestro de Los Ángeles. En Estados Unidos fray Jozo nos ha visitado en tres ocasiones, dos de las cuales las organizamos nosotros. La primera visita fue la primera vez que fray Jozo iba a Miami. En la segunda visita viajó para traducir Nancy Latta, y en la tercera vino por último a Miami después de visitar otros estados en el Norte.

¿Desde cuándo organizan los retiros en español con fray Marinko Šakota, el anterior párroco de Medjugorje? ¿Cómo surgieron y de qué tratan?

Cuando fray Jozo se ausento por motivos de salud en el 2008 pedimos a la iglesia en Medjugorje continuar con estos retiros, aunque son diferentes, y accedieron. Fue fray Danko Perutina por varios años quién los dio, hasta que fue trasladado y ahí los comenzó a dar fray Marinko Šakota.

Fray Marinko, muy gentilmente, ha continuado dándolos, menos en el 2020 por la pandemia. Constan de una enseñanza de una hora y media por la mañana y de nuevo en la tarde. El Padre Marinko nos habla muy sencillo, pero profundamente… Nos pone a reflexionar y todos salen de los retiros encantados y llenos de fe, paz, amor, esperanza. La Gospa y su Hijo nos lo han puesto para preparar a los peregrinos que a veces vienen a Medjugorje sin saber a qué vienen, o buscando algo que no es lo que necesitan. Aquí durante estos cinco días encuentran la respuesta a sus inquietudes y se van felices, llenos del Espíritu Santo y con seguridad y esperanza. Me encanta verlos llegar y cuando se marchan, ves la diferencia.

Fray Marinko les indica el camino, les ayuda (con las preguntas y respuestas) a conocer qué quiere Dios de nosotros. Yo siempre participo en silencio de estos retiros, es parte de mi crecer, aprender, entender, poder dar lo que tengo sin tener que fingir, porque solo damos lo que tenemos. ¡Salimos nuevos! Estos retiros son abiertos a todo el que desee participar.

¿Por qué crees que después de tantos años la Gospa te regala seguir trayendo almas que, a través de Ella, se encuentran con su Hijo?

¡Porque mi misión no ha terminado! Siempre les digo a Ella y a Su Hijo: “Aquí estoy hasta cuando ustedes me necesiten, me lo dejan saber y ayudo en lo que quieran”.

No me anuncio, no me gusta, me sabe a como vender a Jesús y María. Los peregrinos nos recomiendan de boca en boca, damos lo que tenemos, no podemos engañar a nadie, porque no puedes dar lo que no tienes.

Háblanos de Manolo, tu esposo, compañero incondicional.

No hay suficientes palabras para agradecer a Jesús y María por escoger para mí a Manolo. No cabe duda de que Ellos lo hacen todo perfecto. Aunque ni Manolo ni yo somos perfectos (solo Dios lo Es), nos hemos respetado mutuamente durante los 61 años y 8 meses de matrimonio. Nos casamos el 31 de agosto de 1983 y, desde novios, hemos compartido la vida religiosa que dirige nuestro matrimonio. Estuvimos un año de novios e íbamos juntos diariamente a misa, y de casados lo hemos seguido haciendo, no como una obligación, sino como parte de nuestras vidas.

Rezamos el rosario diario, aunque con una diferencia antes y después de nuestra primera peregrinación a Medjugorje en 1988. Lo rezábamos antes bastante apurados, y en Medjugorje aprendimos que no es la forma en que lo debíamos hacer; ya que parte del gozo es vivir la vida, pasión y muerte de Nuestro Señor y saborear las palabras y no hacerlo de carretilla porque no nos queda nada. Vuelan las palabras y desaparecen, sin embargo, cuando tú lo rezas meditándolo, estas viviendo lo que dices y esto queda en tu corazón, te da la fuerza para seguir con la lucha diaria, con los problemas, las alegrías, las tristezas… en fin, con todo. Porque todo lo ves a través de los ojos del corazón, que es donde viven estas palabras.

No podría haber recibido a un esposo mejor, más guapo, más respetuoso, mejor padre, mejor ser humano y lo mejor de todo… ¡mejor cristiano y devoto de María! A través de su devoción me acerque más, sin darme cuenta, a la Virgen, porque yo siempre iba directamente al Señor y no le daba mucha importancia a la Madre. Mi esposo me fue preparando y en Medjugorje la conocí a plenitud.

¿Qué nos puedes decir, en resumen, de estos 37 años con Manolo trayendo almas a Medjugorje?

La forma en que nos dimos cuenta de cómo hemos ido cambiando durante estos casi 37 anos, poco a poco, con base claro, pero había que cambiar y tratar de ser mejor. Jesús y María lo sabían y por eso nos llevaron.

Hemos tenido peregrinos muy humildes de bajos recursos que cuando se puede, los ayudamos a ir. No se me olvida que, al comienzo, en el año 1990 o 1991, un campesino en Sonora, México, estaba vendiendo su cosecha para poder ir a Medjugorje. Ya había que hacer el pago final del aéreo y no la vendía, y este señor, a través del sacerdote que llevaba el grupo me pedía que no lo cancelara. Yo no tenía medios para pagarlo todo, pero si podía ayudar con algo y tratamos de obtener más para completarlo, confiando en Dios, que era lo que Él quería que hiciéramos. Unos días antes me avisan que el peregrino pudo vender su cosecha y que le regalaron su viaje también. Estas son los regalitos de Nuestro Señor y de su Madre. Veo en esto que, cuando Ellos te invitan, no te dejan «embarcado», te llevan.

¿Qué testimonio o qué clase de testimonios son los que más te han impactado y por qué?

Los testimonios de fe, traer alguien que hace 30 o 40 años que no se confiesa ni le interesa hacerlo, y en Medjugorje siente que si tiene que confesarse. Solo escuchando, viendo y viviendo las Misas, las Adoraciones, en ellos se despierta el amor, la paz, el querer perdonar. Todo esto que te hace vivir en paz contigo mismo y con tu semejante. Y ver que te piden que se quieren confesar o que por su cuenta van y lo hacen. Y les ves el cambio en la cara, llena de alegría, de paz, como que el peso del bulto que cargaban cayo al piso y desapareció.

De esto trata Medjugorje: ¡Es el confesionario del mundo! Me encanta esta frase porque lo es. He peregrinado a muchos santuarios, pero en ninguno he visto, como en Medjugorje, las filas para confesarse.

Mary, ¿qué le dirías a alguien que todavía no ha venido a Medjugorje? ¿Como lo invitarías?

Yo no invito, invita la Virgen María. No soy nadie, no me gusta anunciarme, solo en la Fundación Centro Medjugorje suben mis peregrinaciones. Si alguien me pregunta algo porque siente el llamado de ir, y siempre es así, solo hay que dejarlos abrirse y explicarles lo que les está sucediendo, ¡y es que la Virgen los está llamando para llevarlos a su Hijo! Y por mucho que yo les hable, hasta que no lo vivan en su ser no lo van a entender. Tienes que vivirlo en carne propia porque todos somos diferentes y todos tenemos una misión diferente en la vida y puede que lo que a mí me llena, no sea lo que llene a otro.

Hay que ir a Medjugorje y vivir Medjugorje por uno mismo. No podemos obligar a nadie, ni tratar de lavarles el cerebro hablándoles porque le caerás pesado. Solo debemos orar y pedir a María que Ella los llame e invite cuando sea el tiempo apropiado. Cada uno de nosotros tenemos nuestro día y hora de ser llamados y ahí nace la curiosidad que va subiendo más y más, como espuma, hasta que llegas a Medjugorje y te das cuenta que no te lo pueden contar, que tienes que vivirlo.

¿Qué es Medjugorje para Mary Fernández?

Para mí lo es todo. Porque, aunque conocía a Jesús, un poco a María, y tenía formación religiosa, Medjugorje me enseñó a ver con otros ojos todo esto. No con mis ojos ya cansados y que no ven bien, sino con los ojos del corazón que son los que valen, porque lo ves todo con esperanza, paz, completamente diferente a como lo ves con los ojos con los que lees.

Solo puedo decir que soy como soy, no trato de ser diferente y Dios me dio paciencia, para poder llevar grupos donde todos somos diferentes, con distintos problemas, distintas culturas, etc. Y si no hay paciencia para llevar a los grupos ¿cómo llevarás a tu familia? Porque al final, todos somos una sola familia, estás perdiendo tu tiempo y el de los demás. Tenemos que ser auténticos, no somos perfectos, como dije, solo Dios lo es, pero tenemos que tratar y saber hablar o callar en el momento oportuno. Lo que hemos recibido en Medjugorje se refleja en ti y no hay necesidad de decir lo que eres.

No puedo dar gracias suficientes al Señor y a la Gospa por habernos llamado y llevado a Medjugorje, y a todos los amigos que formaron parte de este engranaje y prepararon el libreto para que fuera por primera vez y me enamorara de Medjugorje. Cómo todo lo hacen perfecto, aunque a veces no nos demos cuenta, llevaron a mi esposo Manolo para que el también pudiera compartir conmigo esta misión que, dos años después, me sería encomendada: ¡El llevar almas al Señor!

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