La Palabra de Dios en Lucas 2:9-15, te dice:

“De pronto (a los pastores), se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor.

Pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él»!

Después que los ángeles volvieron al cielo”.

 

El Espíritu de Dios te toca y te sana

 Tu amigo, el ángel

Mientras que, en el artículo que compartí anteriormente, el acento lo pusimos en los pastores, en esta ocasión nos focalizaremos en nuestros amigos invisibles: los ángeles.

El evangelista San Lucas, también nos cuenta que -ante la aparición de los ángeles- los pastores sintieron miedo: “Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría…”[1]

Enseguida el ángel los tranquiliza, diciéndoles: “No teman”; y al instante agrega: “les traigo una buena noticia, una gran alegría”.

El poder para vencer los temores y las tentaciones, son algunas de las muchas misiones que Dios les ha encomendado a los ángeles. Pero también ellos están a nuestra disposición para ayudarnos a abrirnos al encuentro con Dios, llenarnos de alegría y ser comunicadores -a semejanza de ellos- de las buenas noticias.

Cada uno de nosotros tiene un amigo invisible pero real, que es el Ángel de la guarda, también llamado: Ángel custodio.

Para vencer los momentos en que somos atacados por el temor, la angustia, o la ansiedad, es de gran ayuda fortalecer la relación con nuestro Ángel custodio.

Él es un fiel compañero que Dios puso a nuestro lado a partir del momento en que fuimos concebidos, para que nos acompañara y cuidase, a lo largo de la vida, y que nos acompañe en el viaje final hacia el cielo.

El Papa Francisco nos da algunas pautas inspiradas en las Sagradas Escrituras, que es importante tener en cuenta, a fin de aprovechar al máximo la ayuda de nuestro Ángel custodio:

“El Señor da una clara indicación a su pueblo: «Ve, harás lo que yo te diga. Seguirás tu vida, pero te daré una ayuda que te recordará continuamente lo que debes hacer». Y así dice a su pueblo cómo debe ser la actitud con el ángel. La primera recomendación es: «Respeta su presencia». Y luego: «Escucha su voz y no te rebeles». Por ello, además de «respetar» se debe también saber «escuchar» y «no rebelarse».[2]

 

 Cantos de ángeles

En los tiempos de la Sagrada Familia, existía la costumbre que cuando nacía un niño, los músicos del pueblo se reunían para celebrarlo y darle la bienvenida a través de la música sencilla que ellos sabían ejecutar. Era el humilde regalo que los músicos podían ofrecerle.

Pero como Jesús nació lejos del pueblo donde vivían María y José, no iban a tener la alegría de la música; por lo cual se da otra “Diosidencia”, y el Padre del Cielo envía a los ángeles para que toquen música Divina, y entonen cánticos celestiales.

Los ángeles le cantaron a Jesús la bienvenida que no pudieron cantarle los hombres y las mujeres de Nazareth. Y nunca nadie tuvo una orquesta con instrumentos tan afinados y de voces tan armoniosas y bellas, como el coro angélico de la primera Navidad.

Cuando sientas que la vida te priva de algo, no dejes de cantar a Dios, de alabarle, de confiar en él y de encomendar esas situaciones difíciles a tu ángel Custodio, entonces experimentarás como el Señor te devuelve el ciento por uno de lo que hayas perdido.

Asimismo, cuando nosotros cantamos a Dios, o a la Virgen Santísima, o si tocamos algún instrumento musical, pidamos la ayuda de los ángeles, para hacerlo con el amor y el fervor con el que lo hicieron los ángeles la noche del nacimiento en Belén.

Precisamente en uno de los peores momentos de la pandemia y del aislamiento en el Argentina -durante la navidad del 2020-, una mujer de nuestra Comunidad Evangelizadora Mensajeros de la Paz, me envió un mensaje con su testimonio, que ahora comparto contigo:

“Estaba muy triste y desolada porque por primera vez en mi vida, iba a pasar sola la Navidad. Mi esposo había fallecido hacía un año, y a causa de la pandemia se suspendieron todos los vuelos, y mis hijos no podrían viajar…

Entonces tomé el Rosario entre mis manos y le pedí a mi ángel custodio que me regalara poder sentir su cercanía y su presencia.

A medida que las cuentas del Rosario pasaban entre mis dedos, yo iba recuperando la paz, y cuando llegó el 24 a la noche me di cuenta -y sentí- que no estaba sola…

Al día siguiente recibí este mensaje con el que la Reina de la Paz me confirmó que estaba muy bien acompañada: “Queridos hijos, también hoy Jesús está aquí al lado de ustedes. Aun cuando piensan que están solos y no hay luz en la vida de ustedes, Él está allí y nunca los ha dejado ni se ha alejado de ustedes. La luz de Su Nacimiento ilumina este mundo y la vida de ustedes. Su Corazón está siempre abierto para recibir cada sufrimiento de ustedes, cada tentación, miedo y necesidad. Sus manos están extendidas hacia ustedes para abrazarlos como un padre y decirles lo importante que son para Él, cuánto los ama y se preocupa por sus hijos”.[3]

Esa noche me preparé para celebrar con una rica cena, puse música: unos hermosos villancicos que grabaron los seminaristas de los Mensajeros de la Paz, y hasta puse otros platos en la mesa para que de manera simbólica pero también real, la Sagrada Familia y mi ángel custodio estuvieran a mi lado.

Esa noche dormí apaciblemente, como desde hacía tiempo que no lo hacía.

Además, al día siguiente tuve una gran sorpresa. El 25, el Niño Jesús me hizo un gran regalo, ya que permitió que los caminos se abriesen para que una de mis hijas pudiese viajar y llegar a mi casa, para celebrar junto a nosotros (y cuando digo nosotros me refiero a la Sagrada Familia y a los ángeles). Hoy canto: “Gloria a Dios”, desde lo más profundo de mi alma”.

Por lo tanto, queridos hermanos confiemos en nuestro ángel custodio; él no nos fallará. Conversa cada día con tu ángel, él siempre te escuchará. En el silencio de tu corazón oye a tu ángel, él te guiará para que tomes las decisiones correctas; pide su ayuda, y él te protegerá.  Y que él nos ayude a celebrar una autentica Navidad, en la cual Dios pueda nacer en nuestros corazón. Amen.

“Un Ángel en forma de niño la despierta con una muy buena noticia: “La Virgen te espera en la Capilla”. Siguiendo su guía, que todo lo ilumina a su paso, Catalina llega a la Capilla”.

A Santa Catalina Labouré [4]

 

 

[1] Vs. 9 y 10

[2] Papa Francisco. 2 de octubre de 2014

[3] Mensaje Anual a Jakov Colo del 25 de diciembre de 2020

[4] De la primera Aparición de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa a la Hermana Catalina Labouré. 18 de Julio de 1830

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