El pasado 25 de marzo la Virgen nos dio un mensaje lleno de esperanza. En estos tiempos que estamos viviendo, donde hemos perdido a muchos de nuestros seres queridos a causa de la pandemia, donde otros están cursando esta y otras enfermedades, donde vivimos momentos de mucho dolor y sufrimiento, ella nos viene a traer la esperanza que necesitamos para seguir adelante y no bajar los brazos ante la adversidad.
La Virgen nos dice: “ustedes han sido elegidos para llevar alegría y paz, porque son míos”.
A mi me da mucha esperanza saber que la Virgen dice que somos de ella. Ella es nuestra mamá y como madre nos cuida, nos mima, nos protege, nos cubre con su manto maternal y nos llena de ese amor celestial que nos ayuda a seguir adelante en medio de las dificultades del día a día.
Sabemos que el amor de la Virgen es un amor puro, sincero, que quiere lo mejor para nosotros. Saber que ella dice que somos suyos nos tiene que dar ánimo y mucha esperanza, sobre todo en este momento tan difícil que estamos atravesando en todo el planeta.
Somos de ella y ella nos ayuda, nunca nos deja solos. Su Hijo nos eligió para llevar alegría y paz a los que se encuentran con nosotros, a los que viven sin esperanza, a los que sufren, a los que están tristes y angustiados, a los enfermos, a tantos familiares y amigos que no conocen el amor de Dios. De aquí se desprende algo muy importante y es que, para poder llevar esa alegría y paz a los demás, es necesario que primero la intentemos vivir nosotros.
Te invito a que en este tiempo experimentes el amor maternal de la Virgen en tu corazón. Dejala entrar en tu vida, acordate que sos de ella, que ella te ama y quiere que encuentres la felicidad y la alegría de vivir. ¡Tu corazón es muy valioso para la Virgen y para Jesús! Si estás pasando por momentos difíciles, acordate que la Virgen es la dueña de tu corazón y que podés recurrir a ella siempre, nunca te va a dejar solo.
¡No pierdas la esperanza! ¡Tenés una Madre que te ama, te cuida y nunca te va a dejar solo!
María Reina de la Paz, ruega por nosotros y por la paz del mundo entero.
Padre Marcelo