Hoy es la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, estamos viviendo esta fiesta dentro del tiempo de Adviento, nos estamos preparando para la venida del Señor. Es un tiempo propicio para la conversión.
Dentro de esta conversión, de la cual tanto nos pide la Virgen en sus mensajes, tenemos que empezar a tener una mirada hacia adentro, una mirada que nos ayude a reconocer que sin Dios no podemos hacer nada, que lo necesitamos a Él para encontrar la paz que tanto anhelamos en nuestras vidas.
El libro del Génesis, que leemos en la primera lectura de hoy, hace referencia a cómo el hombre y la mujer fueron seducidos por la serpiente, a tal punto que dice la mujer: “La serpiente me sedujo y comí”.
Tenemos que estar atentos, la serpiente nos quiere seducir para que nosotros caigamos en la tentación. Es por eso que debemos pedirle al Señor que nos ayude a permanecer en su gracia. Para eso es muy importante estar prevenidos, aferrarnos a la oración del Santo Rosario, Adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, participar de la Santa Misa. De esta forma estaremos fuertes ante nuestras debilidades y firmes ante las tentaciones de la serpiente para no caer en pecado.
El pecado suele desanimarnos, desalentarnos, pero no nos olvidemos que este tiempo es un tiempo de conversión y de esperanza. Por lo tanto, si caemos en la tentación no le demos la satisfacción a la serpiente de desalentarnos, arrimémonos al sacramento de la confesión. El Señor nos perdona y nos está esperando para estar siempre reconciliados con Él para poder servirlo siempre con alegría.
Que María, Reina de la Paz, nos ayude en este camino de conversión para amar cada día más a Jesús y vencer las tentaciones que nos ofrece la serpiente.