La Reina de la Paz, en muchísimos de sus Mensajes, nos invita a desear vivir la santidad. Y lo hace con tal sencillez, ternura y pedagogía, que cada vez son más los que van descubriendo que la santidad no es algo imposible, y que tampoco es algo triste, sino que por el contrario, con la gracia de Dios es un camino posible, y que además es fuente de verdadera alegría.
“Queridos hijos, si ustedes viven los mensajes, vivirán la semilla de la santidad. Como su Madre, Yo deseo llamarlos a todos a la santidad para que ustedes puedan comunicarla a otros.” (Mensaje, 10 de octubre de 1985)
Yo encuentro seis puntos que parecen claves para vivir la santidad, en sintonía con lo que inspira el Espíritu Santo y nos pide la Reina de la Paz. Y lo cual puede aplicarse a los obispos, sacerdotes, religiosas y laicos.
Estos seis puntos centrales, son:
- Descubrir lo hermoso que hay en uno mismo.
- Descubrir lo hermoso que hay en toda criatura de Dios.
- Vivir como hermanos, unidos en el amor.
- Narrar el amor de Dios a quienes no lo conocen.
- Poner los ojos con alegría en Jesús
- Vivir la Eucaristía con alegría
Estos seis puntos, por supuesto que no son lo único que nos ayudarán a dejarnos purificar, convertir, sanar, transformar y santificar por el Espíritu Santo, pero me parece que es fundamental que los tengamos en cuenta, porque he observado que algunos de ellos, con frecuencia hay católicos que no los tienen muy en cuenta.
- Descubrir lo hermoso que hay en uno mismo, pues la Madre con sus apariciones, sus mensajes y su ternura, nos hace notar que todos llevamos en nosotros algo hermoso.
Este es un camino de aprendizaje que consiste en abrirnos a la experiencia del amor de Dios que nos sana y nos enseña a mirarnos de modo diferente a como lo hacemos normalmente, mirarnos con ojos de misericordia, aprendiendo a descubrir nuestros talentos y capacidades, y a convertir nuestras debilidades, apoyados en su gracia.
Para descubrir lo hermoso que cada uno de nosotros lleva en el propio interior debemos aprender a mirarnos en los ojos de la Gospa, a través de la oración hecha con el corazón.
- Descubrir lo hermoso que hay en toda criatura de Dios, es un don que se nos concede a partir de lo anterior, es decir amándonos a nosotros mismos, así como el Señor Jesús nos ama, lo cual será la medida para amar a nuestros hermanos.
Pero en varios de sus Mensajes, la Reina de la Paz nos habla de descubrir todo lo hermoso que hay -no solo en las personas-, sino también en todo el resto de la creación: animales, vegetales y todo lo que creado por Dios. Ella parece animarnos a entrar en una comunión con todo lo creado y a cuidar la creación: “¡Queridos hijos! Hoy, hijitos, los invito a estar con Jesús a través de la oración, para que, por medio de una experiencia personal de oración, puedan descubrir la belleza de la creaturas de Dios.” (Mensaje, 25 de julio de 1998)
- El tercer punto, es un llamado a recordar que todos somos hermanos. Por lo cual, la Madre nos llama a todos -pero especialmente a los sacerdotes- a ser constructores, modelos y maestros de comunión y unidad en el Clero, en las Congregaciones Religiosas, en las parroquias y en todos los ambientes.
Recordemos las palabras de San Juan Pablo II: “Lo que nos une es mucho más que lo que podría separarnos, una humanidad compartica”.
El anhelo de la Virgen vuelve a ponerse en evidencia cuando en diversos mensajes nos llama ser constructores de unidad, a partir del amor y del perdón; como por ejemplo cuando dice: “¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia nuevamente los invito a la oración. Oren, hijitos, por la unidad de los cristianos a fin de que todos sean un solo corazón. La unidad será realidad entre ustedes cuanto más oren y perdonen. No olviden: el amor vencerá solamente si oran y vuestro corazón se abrirá. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”. (Mensaje, 25 de enero de 2005).
No seremos verdaderos cristianos, ni discípulos de la Reina de la Paz -por más peregrinaciones o grupos que tengamos-, si no somos constructores de unidad en todos los ambientes.
- El cuarto punto me parece más misionero, ya que la Gospa con frecuencia nos pide: ser testigos del amor de Dios ante quienes no lo conocen: “¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia les llamo para que lleguen a ser amigos de Jesús. Oren por la paz en sus corazones y trabajen por vuestra conversión personal. Hijitos, solamente así vosotros podrán llegar a ser testigos de la paz y del amor de Jesús en el mundo.” (Mensaje, 25 de febrero de 2002)
Y esto implica coherencia entre la narración y la vida, entre la palabra y el testimonio que debemos dar, para mostrar que realmente creemos en el amor de Dios.
- Otra cosa que la Madre nos pide insistentemente, es vivir con gozo y alegría nuestra amistad con Jesús: “¡Queridos hijos, oren y en la oración, ustedes conocerán el nuevo camino del gozo. El gozo se manifestará en sus corazones y así podrán ser testigos gozosos de lo que Yo y mi Hijo deseamos de cada uno de ustedes. Yo los bendigo. Gracias por haber respondido a mi llamado!” (Mensaje, 25 de febrero de 1987)
La alegría, como fruto del Espíritu Santo, es un punto dominante en los mensajes de la Reina de la Paz.
Como dice el Papa Francisco: “es penoso ver sacerdotes, religiosas o laicos tristes o con enojo crónico o con cara de pepinillos en vinagre”.
Todos pasamos por momentos de tristeza, enojo o mal humor; el problema es si esto se transforma en algo crónico en nuestras vidas y no tratamos de cambiarlo con la ayuda del Señor, de su Madre, y con una adecuada dirección espiritual.
- En el último punto que quiero mencionar, la Madre nos pide en repetidas ocasiones, vivir la Eucaristía con alegría, celebrarla con alegría y que los frutos de esa Eucaristía sean fuente de paz y gozo para el camino de la vida.
No tengo dudas que la Reina de la Paz, estará intercediendo por ti, por mí y por cada hermano, para que la gracia del Señor nos ayude a seguir transformándonos de día en día.
Te pido que reces por mí. Un fuerte abrazo y Rocío de Bendiciones.
Oración
Virgen María, Reina de la Paz, hoy te abro las puertas de mi corazón y me dispongo a que entres a mi vida con tu bendición maternal, a fin de que siendo liberado de todo aquello que me oprime, sienta las fuerzas y el deseo de comenzar a vivir una vida nueva, atento en todo a cumplir la voluntad de Dios.
Quiero también con mi oración abrirte las puertas de los corazones de cada integrante de mi familia, de cada habitante de este continente y especialmente de cada bautizado, para que Dios pueda liberarnos de toda atadura y opresión producida por Satanás, y que por medio de mi oración, puedas cada día llegar a cada rincón de esta tierra derramando tu bendición maternal que trae amor, paz, reconciliación y unidad. Amén.
Padre Gustavo E. Jamut, omv
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