Un día como hoy (26 de noviembre) de 2000, fue el entierro de fray Slavko Barbarić, quién dos días antes, había muerto en el Križevac después de rezar el Vía Crucis. Como sacerdote trabajó en Čapljina, Mostar, Blagaj, Humac y en dos ocasiones en Medjugorje. Dejó en Medjugorje la huella más grande, que no se borra incluso casi un cuarto de siglo después de su muerte. Escribió una gran cantidad de libros espirituales que fueron traducidos a veinte idiomas y se imprimieron más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo, comenzó retiros espirituales, la Aldea de la Madre, la comunidad del Padre Misericordioso, acogía a los peregrinos… Su legado está a cada paso.

En el 24º aniversario de la muerte de fray Slavko Barbarić, se celebró la quinta caminata de oración desde su lugar de nacimiento en Dragićina hasta su tumba en Medjugorje, y muchos peregrinos recordaron a fray Slavko subiendo a rezar el rosario en la Colina de las Apariciones. La santa misa dominical en la iglesia Santiago Apóstol en Medjugorje fue presidida por el párroco de Medjugorje, fray Zvonimir Pavičić, quien en su sermón recordó a fray Slavko.

“Hoy recordamos a fray Slavko el día de su muerte, cuando dejó este mundo. Y es muy difícil hablar de personas que fueron grandes, porque las personas que fueron grandes eran muy sencillas.

Y es difícil hablar de ellos y creo que, primero, al hermano Slavko no le gustaría que se dijese nada de él, porque incluso durante su vida nunca se señaló a sí mismo, nunca se preocupó por sí mismo, sinó que llevó a todas las personas a Dios.

Por eso, hoy, pensando en este amor de Cristo en la cruz, tomaremos un extracto de su libro en el que intentó mostrar a la gente la belleza del amor de Cristo por nosotros, pero también enseñó a la gente cómo nosotros mismos debemos aprender de la cruz de Cristo.

Dice: La cruz es una señal de amor y unidad que conduce a la verdadera paz. La cruz es una señal, por lo tanto una señal que se debe seguir. ¿Adónde vas cuando aceptas la cruz como guía?

No es una señal unidireccional, porque un brazo de la cruz apunta hacia el cielo y el otro hacia el hombre y el mundo. Muestra el camino del amor y la unidad y conduce a la verdadera paz. El hombre sólo confía en aquel amor que está dispuesto a sacrificarse y dar su vida por los demás. Aquí es donde se muestra y prueba la verdad de nuestro amor. El amor se habla y se canta a la ligera y se jura, pero sólo se puede ver lo que significa delante de la cruz. De hecho, el contenido egoísta y el deseo de placeres fáciles pueden colarse en el discurso sobre el amor, y cuando llega el tiempo de la cruz y el sufrimiento, muchos amores se disuelven y desaparecen. El amor que huye de la cruz y va en otra dirección rompe la unión familiar como una barca se rompe por la dura roca en el mar. Así se rompen muchas amistades y la paz desaparece. Sólo el amor que acepta la cruz y está dispuesto a sufrir por los demás crea la unidad en el hombre y realiza la unidad entre las personas, especialmente en la familia.

Quien no acepta la cruz del amor, del perdón, de la misericordia y de la bondad decide ser unilateral, lo que no es nada bueno para el hombre. Para que una persona se realice plenamente en su corazón, ambas direcciones deben encontrarse. El corazón es el centro donde las direcciones mostradas por la cruz se encuentran y se logra el equilibrio.

La conversión observada en este tiempo de gracia a la luz de la cruz como guía significa buscar el equilibrio entre la relación con Dios y con el hombre. Cualquier alejamiento del centro provoca un desequilibrio y un tormento y sufrimiento personal, que luego se manifiesta trágicamente en la relación con Dios y el hombre.

Todo lo que provoca este desequilibrio se llama pecado, que, como una célula maligna en el cuerpo, destruye la alegría y la paz”, dijo fray Zvonimir Pavičić, subrayando que fue Jesús quien nos mostró ese amor perfecto en su cruz y ese estándar perfecto de la vida humana y cristiana. Fray Zvonimir también se refirió a la celebración de Cristo Rey.

“En la fiesta de Jesucristo, Rey de toda la creación, no dejemos que su reino nos pase por alto. Somos introducidos en ese reino por nuestro bautismo, pero cada uno tiene la libertad de decidir por ese reino o abandonarlo. ¡Jesús no obligó a nadie, Jesús predicó y dio a todos la libertad de decidir por él y por su reino o dejarlo!” dijo fray Zvonimir, explicando que Jesús nos dio libertad porque el amor no puede forzar, ni ejercer presión y que sólo puede suceder en la libertad del corazón.

“Aceptemos el llamado de Jesús y no huyamos de la cruz, sino carguemos voluntariamente la cruz cuando aparezca en nuestras vidas, así como Jesús cargó su cruz y nos mostró con su ejemplo que a través de la cruz podemos obtener nuestra salvación, de que la cruz puede curar muchas heridas y que a través de la cruz se llega al Reino de los Cielos”, concluyó fray Zvonimir Pavičić.

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