Queridos hermanos en el amor de Jesús y María:

El pasado martes 31 de marzo del año en curso, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) nos dirige estas palabras: Los Obispos de México, en medio de esta Pandemia que vivimos, queremos alabar al Señor Jesús por el regalo de su Madre Santísima… Madre de Dios y Madre de la Iglesia… primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos. A ella recurrimos confiados para que interceda por nosotros…

            …con esperanza cristiana, anunciamos que el día en que celebramos el Domingo de Resurrección, …a las 12 horas…, haremos un Acto de Consagración de América Latina y el Caribe a Nuestra Señora de Guadalupe… para pedirle la salud y el fin de la Pandemia…

¿POR QUÉ CONSAGRARNOS A MARÍA?

Nos consagramos a ella porque queremos que la Santísima Virgen nos tome de la mano y nos lleve a amar más a Jesús. Así nos lo testimonian una multitud de santos de la Iglesia: “A Jesús por María”. El Papa San Juan Pablo II con su lema “Todo tuyo” nos enseñó a confiarnos plenamente en María para ser más de Jesús.

La Virgen María pidió en Fátima la consagración al Inmaculado Corazón de María: dijo que Jesús quería establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María y que su Inmaculado Corazón sería el refugio de Lucia y el camino que la llevaría hasta Dios. Además, anunció que “para impedir, la guerra vendría a pedir la consagración a su Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados… Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará…. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.

Los Romanos Pontífices han estado muy atentos a lo que la Virgen quería y han procurado secundarlo con todas sus fuerzas. Pero las cosas no son tan sencillas. Pío XII, a la petición añadió una velada, para atender a la petición de Sor Lucia. Y en 1952, hizo la consagración directa de Rusia, aunque sin la colaboración de todos los Obispos del mundo.

Pablo VI renovó la consagración realizada por Pio XII. Juan Pablo II intentó repetidas veces dar con la fórmula de consagración que no irritase al gobierno antirreligioso de Rusia y fuese del agrado del cielo. La consagración definitiva la realizó el 25 de marzo de 1984.

La consagración que podríamos denominar “válida” fue hecha por Juan Pablo II el 25 de marzo de 1984.

Sor Lucía, explicaba que en las anteriores consagraciones “lo que faltaba era la unión con todos los obispos del mundo y teniendo en cuenta que esta consagración es una llamada a la unión con todo el pueblo de Dios, este aspecto es indispensable”.

“Es necesario tener presente que lo más importante de esta consagración es la unión de todo el pueblo de Dios, tal y como Cristo lo quiso y lo pidió a su Padre (…) Así, de esta unión depende la fe en el mundo, de la que Cristo nos hace responsables.

Cuando se habla de conversión, la Virgen podría referirse a tres realidades: el abandono del ateísmo, la restauración de la vida religiosa, la unión con la Iglesia Católica.

Debemos darnos cuenta que a través de la consagración la Virgen nos encomienda una tarea: colaborar para que esa conversión se produzca con la mayor plenitud posible. El mensaje de Fátima siempre nos ha enseñado que el futuro del mundo depende en parte de nuestra libertad: de nuestras oraciones, nuestros sacrificios, nuestro apoyo material a la reevangelización.

En Medjugorje la Santísima Virgen María, casi al inicio de sus apariciones nos habla también de la importancia de la consagración.

En el mensaje del 17 de mayo de 1984 nos dice: “Hoy estoy feliz porque hay muchos que desean consagrarse a mí. ¡Os lo agradezco! No estáis equivocados. Mi Hijo, Jesucristo, quiere concederos, a través de mí, gracias particulares…”

Hoy más que nunca estamos necesitados de esas gracias, gracias que desde que Jesús nos entregó a ella al pie de la Cruz cuando le dijo a Juan: “hijo, ahí tienes a tu Madre”; ella ha querido concedernos, pero necesitamos consagrarnos a ella como Juan, el discípulo amado, lo hizo desde aquel momento.

También en el mensaje del 27 de noviembre de 1986 nos dice: “hoy también os invito a consagrarme vuestras vidas con amor para que yo pueda guiaros en el amor… decidíos hoy nuevamente por Dios. Solo así podré mostraos cuánto os amo y cuánto deseo que todos seáis salvados y estéis conmigo el Cielo”.

Y así puedo continuar mencionando todos los mensajes que nos hablan de la importancia de consagrarnos a Ella, incluso desde su primer mensaje en el Tepeyac: ¿No hay por qué temer, acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?

Por eso, queridos hermanos en el amor a Jesús y María, yo los invito a que todos los que pertenecemos a la escuela de María, éste domingo de Resurrección, acudamos al llamado de los Obispos del CELAM y consagremos, a las 12 del medio día nuestras vidas a María.

Difundamos esta devoción entre nuestros familiares y amigos, y apoyemos con nuestra oración esta devoción.

La consagración es una llamada a todo el mundo a preocuparse de la fe, y a colaborar con su reevangelización, pero es también una llamada a buscar la unidad mundial.

Algunos resultados positivos que nos proporcionará la Consagración a la Virgen:

–La verdadera devoción a la Virgen María nos conduce a la unión con Jesús.

–Es un medio excelente para unirnos a Dios y buscar su mayor gloria.

–María nos ayuda a purificar nuestras buenas obras, las embellece y hace que su Hijo las acepte.

–Nos ayuda a:

  1. Tener libertad interior.
  2. A amar más a nuestro prójimo.
  3. A tener más perseverancia en nuestro camino de fe.
  4. Y ahora muy especialmente, a librarnos de las redes del maligno.

Afectuosamente:

 

Pbro. Alfonso Romero Chávez

Asistente Eclesiástico de la Reina de la Paz, México

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