Este es uno de los períodos más tranquilos de Medjugorje, que acoge en estos días a pequeños grupos de peregrinos procedentes de Alemania, Italia, Estados Unidos y Polonia.

El martes 2 de febrero, día de la Festividad de la Presentación del Señor, se celebraron en Medjugorje siete misas, tres de ellas en lengua croata. El programa vespertino de oración comenzó con el rezo del Rosario, dirigido por el P. Hrvoje Miletic, seguido de la Santa Misa presidida por el P. Danko Perutina y concelebrada por nueve sacerdotes.

En su homilía, el P. Danko habló sobre el encuentro entre el viejo Simeón y Ana la profetisa: “El Evangelio nos cuenta que Simeón era un hombre recto y devoto, honesto y temeroso de Dios. Nos podemos preguntar por qué fue él quien, entre tanta gente, incluso sacerdotes, tuvo el encuentro con esta familia. Vino al templo y oyó la voz de Dios porque no cesaba de buscarla. Dentro de sí mismo albergaba la esperanza de la llegada del consuelo de Israel. A nosotros también se nos invita a descubrir la salvación, la luz y la gloria de Dios. Pero la gloria de Dios, la cercanía de Dios, se nos revela mediante los ojos de la fe, ya que nuestra visión espiritual puede ver más allá de nuestros ojos físicos. Ese deseo que tanto anheló por fin se cumplió y Simeón fue el testigo, el profeta de la fidelidad de Dios. No se cansó de mantener una vida de oración. El hombre que vive mirando a Dios, que está en continua presencia de Dios, ése es el hombre pleno de felicidad interior y exterior. Además del viejo Simeón, está también la profetisa Ana, quien aceptó su atormentada vida de viuda sin llantos ni amargura. Ella representa a todas esas personas con devoción.”

El P. Danko nos recordó también que estamos en el Año de la Misericordia: “En este Año de la Misericordia, recordémosle a Jesús que nos vuelva a abrir los ojos del alma, para poderle reconocer en cada ser humano. Pidámosle que siempre que acudamos a la Santa Eucaristía, encienda en nosotros el fuego de Su amor. Tan solo podremos hacerlo mediante la oración. La Gospa, aquí en Medjugorje, nos ha invitado muchísimas veces a la oración. Respondamos esta tarde a esa invitación de Jesús y de nuestra Iglesia a rezar por la mañana y por la tarde, en familia, para que seamos auténticos testigos del amor de Dios en este mundo inquieto.”

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