Oremos hoy para que dejemos de juzgar y criticar a los demás
“¡Queridos hijos!, de nuevo los invito a amar y a no juzgar. Mi Hijo, por voluntad del Padre Celestial, estuvo entre ustedes para mostrarles el camino de la salvación, para salvarlos y no para juzgarlos. Si ustedes desean seguir a mi Hijo, no juzguen, sino amen como el Padre Celestial los ama. Cuando se sientan muy mal, cuando caigan bajo el peso de la cruz, no se desesperen, no juzguen, sino recuerden que son amados y alaben al Padre Celestial por Su amor. Hijos míos, no se desvíen del camino por el que los guío, no corran imprudentemente hacia la perdición. Que la oración y el ayuno los fortalezcan para que puedan vivir como el Padre Celestial desea, para que sean mis apóstoles de la fe y del amor, para que sus vidas bendigan a quienes encuentran, para que sean uno con el Padre Celestial y mi Hijo. Hijos míos, esta es la única verdad. La verdad que lleva a su conversión, y luego a la conversión de todos los que ustedes encuentran, que no han conocido a mi Hijo, de todos los que no saben qué significa amar. Hijos míos, mi Hijo les ha dado pastores, ¡cuídenlos, oren por ellos! Les doy las gracias.”
(Mensaje del 2 de mayo de 2013)
Recemos el Cántico del Hermano Sol de San Francisco de Asís
Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen,
y ningún hombre es digno de nombrarte.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano Sol,
el cual es día, y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti, Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor, por la hermana Luna y las estrellas:
en el cielo las formaste claras, y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil, y humilde, y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y es bello y alegre y robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor
y soportan enfermedad y tribulación.
Bienaventurados los que las sufran en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueren en pecado mortal!
Bienaventurados los que hallen tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.