2° Domingo Adviento

“El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego” (Mateo 3,1-12)

Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos…

 La liturgia del 2° Domingo de Adviento del ciclo C,  en  continuidad de la Primera Semana, nos ubica espiritualmente en la condición del pueblo de Israel qye según las escrituras, espera con fidelidad en las promesas del Señor, en el abandono a la palabra revelada, con el impulso del Espíritu de Dios. 

  Esta disposición es determinante para vivir los frutos del adviento. El fuego del Espíritu Santo allana el camino, purifica de todo orgullo y abaja toda arrogancia. Su resplandor eleva la verdad, aplasta y aniquila la mentira y la vanidad, inunda de la certeza, sustenta en la caridad y reviste en la gracia.

  No debe extrañar que San Juan Bautista, en su misión profética,  con solo su ejemplo, ya es una predicación elocuente, fundada, profunda, de una vocación vivida y una existencia realizada. 

  No necesita de nada, pues su experiencia con el Espíritu Santo es de sobreabundancia; no tiene barreras ni parámetros terrenales, no necesita compararse ni elevarse sobre otros, al contrario, en abajarse como el Mesías encuentra su esplendor. Desde el vientre de su Madre, Santa Isabel, conoce el ardor divino que le encendió de amor el alma, en el sexto mes de gestación. La misión del Salvador es alimento y abrigo para su corazón. Su Padre Zacarías lo afirmó cuando se dejó iluminar por la Fe: “irás delante del Señor…a preparar su camino…” (Lc. 1, 76)

  La Iglesia es el pueblo de Dios, el nuevo Israel, que nace del costado abierto del Corazón de Cristo, y para que cada uno de los miembros de este cuerpo,  cada uno de los bautizados, se regocije en el gozo y la certeza del Santo Profeta, en la esperanza que no tiene ocaso, necesita ser impulsado continuamente por el mismo Espíritu, que hizo saltar al Niño Juan en el vientre de su Madre.

 Cada fiel y cada alma está siendo invitado, desde Medjugorje, ha renovarse en la esperanza de este  “renuevo del tronco de Jesé ”, para que respondiendo al llamado de la Reina de la Paz, se deje visitar por su Corazón Materno, y dejar que su saludo llegue a los oídos de nuestros corazones, para  tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, y de este modo, unánimes, a una voz, glorificar al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Dice la Reina de la Paz:

Mensaje, 25 de mayo de 2003

“¡Queridos hijos! También hoy los invito a la oración. Renueven su oración personal y especialmente oren al Espíritu Santo para que les ayude a orar con el corazón. Intercedo por todos ustedes, hijitos, y los invito a todos a la conversión. Si ustedes se convierten, alrededor de ustedes todos serán renovados, y la oración será alegría para todos ellos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

Atentamente Padre Patricio Javier Romero H.

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