Introducción

  • Jesús está en el Huerto de los Olivos. Está sudando sangre por la pasion que tiene por delante.
  • Jesús tiene dos opciones: aceptar la voluntad del Padre, y eso significa salvarnos a todos a costa de su sufrimiento; o aceptar la voluntad humana, y eso significa rechazar el sufrimiento para salvarse a sí mismo. Con el poder de su voluntad divina, se decide por aceptar la voluntad del Padre: pero que no sea mí voluntad, sino la tuya.
  • Señor, te ruego, ilumina mi mente, fortalece mi voluntad para que yo también me pueda decidir en este momento por Ti, por tu camino, por tu voluntad.
  • Que esta devoción del Vía Crucis me haga más fuerte para no caer ante los exámenes de mi vida, en las pruebas, en las dudas…

Estación 1: Pilatos condena a muerte a Jesús

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“Dios mismo, cuando creó al hombre -por lo tanto, a cada uno de nosotros- dijo no sólo que era bueno, sino que era muy bueno. Dios no pierde la esperanza ni deja de amar a cada una de sus criaturas precisamente porque sabe que podemos ser buenos. Estoy convencido de que esta es la razón por la que Jesús nos prohibió juzgar o rechazar a nadie, porque Dios -y no el hombre- es quien conoce las profundidades del corazón humano”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 2: Jesús toma y lleva Su cruz

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“Los signos básicos del amor son la aceptación del otro y el perdón. Es bueno tomar conciencia de que la condición de nuestro amor es la bondad de los demás. Eso significa que si son buenos, los aceptamos y los amamos. Sin embargo, el amor no debe ser solo una recompensa por la bondad de los demás. El amor debe ser valiente y aceptar al otro para que el otro sea mejor. El amor debe ser el material que invertimos el uno en el otro para crecer de acuerdo con el plan de Dios con respecto a nosotros”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 3: Jesús cae por primera vez bajo el peso de la cruz

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“A cada uno de nosotros nos sucede que conoce los pecados y errores de otras personas mejor que los suyos. Y aunque a menudo no sabemos qué confesar, es fácil contar la historia de los pecados de los demás”.

“Es un hecho interesante que siempre sabemos qué es lo que los demás tienen que hacer por nosotros, y difícilmente vemos cómo debemos nosotros tratar a los demás. La señal más segura de nuestra conversión o despertar del sueño del pecado es cuando comenzamos a entender lo que es para otros estar con nosotros. Raramente decimos: A los demás les es difícil poder estar bien por mi causa, y en cambio a menudo decimos: Me es difícil estar bien por culpa de los demás, y luego todavía justificamos nuestro comportamiento porque siempre consideramos a los otros responsables”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 4: Jesús se encuentra con su madre María

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“¿Cuántas veces hemos experimentado que solo necesitamos una palabra amable, una mano extendida con amor, sin palabras, un encuentro suave, una mirada, y cómo el corazón se iba llenando así de paz, el amor empezaba a  fluir y quitaba el mal, lavaba heridas, calmaba corazones? Si nuestro corazón reacciona de esa manera, entonces también lo hace cada corazón, y sabe que la paz es posible”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 5: Simón de Cirene  ayuda a Jesús a llevar la cruz

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

El sufrimiento en nuestras vidas es siempre difícil y sigue siendo un misterio; pero si observamos a Jesús e incluso en nuestro sufrimiento decimos sí al Padre, entonces nuestras heridas se curan, las espinas de la corona del mal se rompen en nosotros y es posible llevar la cruz de otros que sufren. Entonces podemos ayudarlos y dejar que otros nos ayuden. Aun en las situaciones más difíciles, será posible perdonar y así alcanzar una vida glorificada, una vida que no puede ser derrotada”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 6:  La Verónica enjuga el rostro de Jesús

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

Nosotros los cristianos a menudo repetimos: “NO ES POSIBLE”.

No es posible renunciar a los malos hábitos, las blasfemias, las borracheras, las drogas, no es posible perdonar, ser misericordioso, no es posible ser honesto, justo, no es posible luchar contra el espíritu del mundo, o fácilmente nos justificamos diciendo que todos obran del mismo modo cuando se trata de algo que no es bueno.

Si nuevamente se nos está imponiendo el pensamiento de que esto no es posible, debemos rechazarlo como una amenaza, como un virus peligroso que destruye nuestro sistema espiritual de defensa y nos arroja al lecho de la impotencia, el letargo, la apatía, el absurdo.

Cuando el corazón experimenta el amor de Dios, entonces la respuesta en cada momento de la vida y en cada situación, no solo es posible sino que será ejecutada con alegría.

Eso es lo que Verónica nos recuerda.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 7: Jesús cae por segunda vez bajo  el peso de la cruz

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“¿Qué hacer cuando alguien en la familia no acepta ni el camino de la salvación, ni la paz, ni la luz, no puede hablar consigo mismo, está enojado, nervioso, sin la voluntad de vivir, un adicto? La respuesta parece muy simple por lo que incluso alguien se podría ofender, pero es la verdadera: comienza a orar y ayunar. Y si el otro no cambia, nosotros tendremos paz y luz en nosotros. Si no también corremos el peligro de apagar nuestra luz, porque alguien se ha quedado ciego más tiempo de lo que esperábamos, o sordo más de lo que esperábamos. Este es el error más peligroso que nos puede pasar”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 8: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“Fácilmente dejamos la decisión sobre iniciar la paz hasta que estamos convencidos de que la otra parte en el conflicto estará lista para la paz. ¿Y qué pasa si ese lado espera nuestra decisión y cierta evidencia de que hemos tomado una decisión? ¿Quién necesita comenzar? Ciertamente no podemos comenzar en el corazón de otro hombre, podemos comenzar sólo en nuestro propio corazón”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 9: Jesús cae por tercera vez bajo el peso de la cruz

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

La arrogancia nos hace ciegos y no vemos lo que está mal en nosotros, pero claramente vemos los errores y pecados de los demás.

Las relaciones adecuadas con los demás son el “fruto de la madurez”. Cuanto más profundamente está herido el hombre, más lejos está de sí mismo y de los demás”. Realmente, a menudo depende de nosotros, no de los demás. Acusamos a otros de ser culpables, y no vemos que nuestro corazón es como un vaso de agua fácilmente enturbiado con un grano de polvo. Por ejemplo, cuando no estamos de buen humor, todo nos molesta. Cuando estamos de buen humor, los demás pueden hacer lo que quieran, y no nos importa. Obviamente, a menudo depende de nosotros. La diferencia es solo si nuestro corazón es como un vaso de agua o como un océano.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 10: Jesús es despojado de sus vestiduras

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“Recordemos que para el amor de una madre no hay niño feo que pueda ser rechazado. Todos los niños, por lo tanto, son hermosos. Y cada niño acepta a su madre como la más bella. Y es cierto. Porque para cada madre, un niño es lo más hermoso. Y cada ser humano es hermoso, porque es un niño incluso cuando crece. ¡Por lo tanto, todas las personas son hermosas y dignas de amor!  Somos bellos en nosotros mismos, ¡y también lo son los demás!”.

Ni la edad ni la vejez ni la enfermedad ni nada en este mundo pueden poner en peligro nuestra belleza. Somos hermosos porque somos los hijos amados de la madre más hermosa. Los demás se volverán más hermosos para nosotros día tras día, y nosotros para ellos, en la medida en que nuestro amor madure”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 11: Jesús esta crucificado en la cruz

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“El que ama, respeta la libertad. Aceptar la libertad es el punto en el que el amor comienza a sufrir y ser crucificado. El amor es arder por el deseo de enriquecer con sus dones a otra persona que tiene necesidad.  Sin embargo, si la otra persona no responde, entonces el deseo no se ha de detener, sino que espera, ofrece, sufre, se ofrece y espera el momento en el que podrá establecer un puente de amor por el que solo pueden pasar los dones a los que el amor lleva. Dios anhela una respuesta de su creación, del hombre, pero al mismo tiempo espera una respuesta”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 12: Jesús muere en la cruz

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“Contemplar la cruz, tomarla en nuestras manos como nos dice la Virgen, y reflexionar sobre las llagas de Cristo, para nosotros los cristianos significa encontrarnos con ese amor crucificado. Y ese encuentro se vuelve sanador para nosotros, cura las heridas del alma y del corazón. Para que esa sanación de las heridas ocurra, un cristiano primero debe tomar conciencia de su valor. El hombre de Dios, el Hijo de Dios, sufre por cada uno de nosotros. Cuando aceptamos esto y nos damos cuenta, comienza la curación del alma y el corazón. Cuando el hombre sabe que alguien lo ama inmensamente, no lo rechaza y no lo juzga, entonces su corazón y su alma se abren y emergen de sus temores y ansiedades, de sus tumbas de maldad y pecado”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 13: Jesús es bajado de la cruz y entregado en el regazo de su Madre

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“¡La madre no perdió a su único hijo, sino que con amor y dolor abrió su corazón a todos los hijos humanos y se convirtió en la Madre de todos! Esta vez, la muerte no destruyó la vida, ni la filiación ni la maternidad, ¡sino que la expandió inmensamente! Sólo el amor puede, en el momento de la muerte, dar a luz a la vida, convertir los momentos de tristeza en alegría, convertir lo pasajero en lo eterno, la soledad en la comunión de los innumerables. Para el amor todo es posible. Transforma la temporalidad en eternidad, y en cada persona reconoce al hijo amado, y lo vuelve todo hacia el bien”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Estación 14: Jesús es colocado en el sepulcro

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

“El hombre sólo confía en ese amor que está dispuesto a sacrificarse y dar la vida entera por los demás. Es aquí donde se muestra y prueba la verdad de nuestro amor. Tan fácilmente hablamos, cantamos y nos juramos en el amor, pero solo ante la cruz se puede ver qué significa eso, porque en el discurso del amor pueden entrar unos contenidos egoístas y el deseo de placeres fáciles, y cuando llega el tiempo de la cruz y el sufrimiento, entonces muchos amores se deshacen y desaparecen. Es precisamente con tales entendimientos sobre el amor que podemos escapar de la cruz y tomar otras direcciones, entonces se rompen las comuniones familiares como un barco sobre las rocas del mar,  se rompen muchas amistades y desaparece la paz. Sólo ese amor que acepta la cruz y el sufrimiento por los demás crea unidad en el hombre mismo y logra la unidad entre las personas en general, y especialmente en la familia. Quien no acepta la cruz del amor, del perdón, de la misericordia, de la bondad, opta por la unidireccionalidad, que de ninguna manera es buena para el hombre”.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

¡Ten piedad de nosotros, oh Señor!

Canción.

Oración final

  • Gracias, Jesús, por tu vía Crucis. Revive y fortalece mi fe, amor y esperanza.
  • Permíteme, Señor, poder confrontarme a los desafíos de la vida.
  • Tú, Jesús, vive en mí para que se cumplan en mí las palabras de San Pablo: Vivo, pero ya no vivo yo, sino es Cristo quien vive en mí.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

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