Reverendísimo y querido Monseñor Henryk Hoser:

 

No alcanzo a encontrar las palabras que estén a la altura de lo que siento desde el 11 de febrero de este año, Festividad de Nuestra Sra. de Lourdes, cuando nuestro querido Papa Francisco le nombró su enviado personal para Medjugorje. Estoy seguro que no solo yo, sino todos los hermanos y hermanas franciscanos de esta parroquia, los fieles y peregrinos aquí reunidos y dispersos por todo el mundo sentimos lo mismo: una inmensa gracia derramada en nuestros corazones que rebosan de alegría. Nos sentimos muy felices por ser partícipes de este gran acontecimiento en el que, tras 36 años de haber estado recibiendo innumerables gracias de Dios en esta parroquia y a través de ella en el mundo entero, nos llega usted, Monseñor Henryk Hoser, Arzobispo de Varsovia-Praga, de nuestra querida y cercana tierra hermana polaca. Usted, hombre de mente y corazón abiertos, capaz de escuchar y entender lo que sucede en esta parroquia de Medjugorje y, a través de Medjugorje en el resto del mundo. ¡Se han derramado tantas gracias y oraciones en este lugar! ¡Se han derramado tantas lágrimas! Se han convertido tantos corazones de personas y familias, se han dado tantas conversiones y reconciliaciones tras haber experimentado la misericordia de Dios en el rezo del Rosario, en la Eucaristía, en las confesiones, en la Adoración de Jesús en el Santísimo Sacramento, en la Veneración de la Cruz, en el ayuno – tanto en la parroquia, como en el Monte de las Apariciones o en el Monte de la Cruz.

 

Se han roto muchos corazones de piedra y muchas cadenas que los ataban a la esclavitud gracias a la experiencia del amor de Dios y a la dulce presencia de nuestra querida Virgen. Aquí han germinado las semillas del sacerdocio y de las vocaciones religiosas en cientos de personas de todo el mundo. Miles de grupos de oración de todas partes se inspiran en la espiritualidad recibida en esta parroquia.

 

Somos testigos de cómo la Iglesia se renueva y vive en Medjugorje, donde la gente se reúne en oración en torno a María, nuestra Madre, como hacían los apóstoles en Pentecostés.

 

¡Muchas gracias, reverendo y querido Monseñor Henryk Hoser! ¡Gracias por haber decidido venir a Medjugorje y celebrar con nosotros la Santa Eucaristía , ese momento en el que con los corazones abiertos y gozosos nos encontramos con nuestro Señor Jesucristo, en torno a quien gira todo cuanto sucede aquí, en Medjugorje!

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