“Queridos hijos, hoy en este día de gracia, de manera especial os invito a orar por la paz. Hijos, yo he venido aquí como la Reina de la Paz y os he invitado muchas veces a orar por la paz. Pero hijos, vuestros corazones están inquietos. El pecado os impide abriros completamente a la gracia y a la paz que Dios desea daros. Para vivir la paz, hijos míos, es necesario que ante todo tengáis paz en vuestros corazones y os entreguéis por completo a Dios y a Su voluntad. No busquéis la paz y la felicidad en las cosas de este mundo, porque todo eso es pasajero. Tended hacia la verdadera misericordia y paz que provienen solamente de Dios, y solo de esa manera vuestros corazones estarán llenos de una alegría verdadera; solo de esa forma vosotros podréis convertiros en testigos de la paz en este mundo inquieto. Yo soy vuestra Madre e intercedo ante mi Hijo por cada uno de vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

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