24/2/2020
Lo cuenta el periodista y escritor Saverio Gaeta, que lo ha publicado en el libro, en italiano, “Dossier Medjugorje” (edizioni San Paolo).
En estos escritos inéditos, los miembros de la Comisión explican las motivaciones por las que, con aplastante mayoría (13 sobre 15 votantes) consideraron que los comienzos del fenómeno de Medjugorje no pueden reducirse únicamente a dinámicas humanas, sino que tienen un origen sobrenatural.
Las primeras siete apariciones
En particular, consideran “poder afirmar con razonable certeza que las primeras siete apariciones resultan intrínsecamente creíbles, porque han sido capaces de suscitar en quienes las vivieron un despertar de la fe, una conversión de la manera de vivir y un renovado sentido de pertenencia a la Iglesia“.
Las primeras apariciones tuvieron lugar del 24 de junio al 3 de julio de 1981, es decir, en un arco temporal de diez días.
Cinco tuvieron lugar en la colina de Podbrdo, una en la casa parroquial de Medjugorje, otra en la localidad de Cerno, donde los entonces videntes, adolescentes, habían sido llevados en auto por funcionarios de la policía.
En estos siete casos, observa Gaeta, publicando las conclusiones de la Comisión: es la Madre de Cristo la que espera a los videntes; el “fenómeno” (la Gospa, la Figura) está ante los videntes, siempre en el mismo lugar (en las primeras cinco); en los videntes existe la memoria exacta del lugar y la hora de la primera aparición; el mensaje no está dirigido a personas individuales, sino a todos los presentes (videntes/percibientes); el fenómeno se produce “de repente” y por sorpresa; el fenómeno provoca miedo y malestar en las almas de los videntes.
En las apariciones siguientes, el fenómeno provoca cada vez menos sorpresa y de alguna manera está programado.
Ninguna alteración mental
En virtud de estas premisas, el examen llevado a cabo por la Comisión internacional ha llegado a conclusiones muy claras sobre Medjugorje.
En primer lugar, no hay alteraciones a nivel psicológico en los videntes, entonces adolescentes. “Se trataba de adolescentes normodotados, no manipulables y no heterodirigidos, capaces de reconocer el engaño y de tomar postura frente a él“.
Respecto a la historia de los presuntos videntes, “nada en ella les había preparado en algún sentido para las primeras siete apariciones de la Gospa; son algo que irrumpe en sus vidas y en sus experiencias sin haber sido pedidas, buscadas, deseadas, imaginadas, queridas o inducidas“.
No hay intereses
El ambiente en el que crecieron los videntes tenía “los rasgos de la pietas christiana tradicional, con una significativa impronta mariana deudora también del carisma franciscano, pero no hasta el punto de esperar, hipotizar, desear – y aún menos inventar con dolo – una manifestación sobrenatural de la santa Madre del Señor“.
Según los conocimientos entonces a disposición de los presuntos videntes, tanto en el plano cultural como en el plano de las verdades cristianas, “estos se presentan, en el momento de las primeras siete presuntas apariciones, sin contenidos, intereses o inclinaciones particulares que las connotaran“.
No podían saber lo que pasaba en el mundo
Respecto al grado de participación entonces de los presuntos videntes en la vida de la iglesia, “no es relevante en ellos, en el momento de las siete primeras apariciones, un particular protagonismo o compromiso por su parte“.
Finalmente, “respecto a las informaciones sobre los acontecimientos entonces fuera de Yugoslavia, tanto en Europa como en el mundo, que podían estar a disposición de los presuntos videntes, no eran abundantes, debido a las típicas estructuras de un estado totalitario, como lo era este de inspiración marxista fundado tras la segunda guerra mundial por el mariscal Tito († 1980)”.
La “sentencia” de la Comisión
Todas estas consideraciones llevan a la Comisión a decir que “los resultados alcanzados muestran de manera suficientemente razonable que el objeto examinado, es decir, las primeras siete apariciones, manifiestan un esencial y estructural carácter de indeducibilidad y excedencia respecto a la historia, la identidad y las posibilidades tanto de los presuntos videntes como de su ambiente vital“.
En la práctica los videntes, o los presuntos tales, no tenían las características para poder inventarse un fenómeno, tan detallado, de tal magnitud.
“Paralelamente – escribe la Comisión – el imprevisible y especial vínculo religioso que el evento introduce en la experiencia de sus primeros destinatarios parece compatible con el carácter sobrenatural del signo“.
Una Gospa “familiar”
Las primeras siete apariciones suscitan en ellos “una subjetualidad, una responsabilidad y un protagonismo para el que los presuntos videntes no estaban ni preparados ni acostumbrados“.
Y el sujeto de las primeras siete presuntas apariciones, la Gospa, “se presenta con caracteres y una familiaridad inéditos respecto a lo que los presuntos videntes podían conocer de ella“.
El demonio no tiene nada que ver
Y también el objeto de las peticiones/mensajes, “es decir, la paz en su dimensión esencialmente teologal, adquiere una urgencia, una dimensión y un significado que va más allá de los horizontes ya adquiridos, vividos y deseados por los presuntos videntes y por su ambiente vital”.
Se excluye “la hipótesis de un origen demoniaco al principio del fenómeno“, que “parece gratuita e infundada, y que contrasta con cuanto se ha observado en el perfil inicial del fenómeno, así como con los frutos positivos derivados del propio fenómeno“.
Vínculo indisoluble con Cristo
Los elementos teológicos que unen a las primeras siete apariciones muestran que “el sujeto, la Gospa, manifiesta y mantiene un vínculo indisoluble con el Cristo de Dios, y su persona y sus gestos no son comprensibles fuera de este vínculo“.
Que las peticiones/mensajes del sujeto, la Gospa, “tienen una dimensión estructural teologal, tanto en su dimensión cognoscitivo-intelectual, como en su dimensión práctico-operativa“.
Y finalmente, que la manifestación de la Gospa “reaviva en los presuntos videntes el sentido de su pertenencia a la Iglesia“.
Sobre la base de estos datos, la Comisión internacional considera poder afirmar con razonable certeza que las primeras siete apariciones resultan intrínsecamente creíbles.
El Papa
El Papa, tras haber examinado el informe Ruini y los pareceres sobre el mismo de los miembros de la Congregación para la doctrina de la fe, decidió confiar al arzobispo polaco Henryk Hoser, una misión como “enviado especial de la Santa Sede” para “adquirir conocimiento más profundizado de la situación pastoral” en Medjugorje y “sobre todo, de las exigencias de los fieles que llegan allí en peregrinación” para “sugerir eventuales iniciativas pastorales para el futuro”.
Por ahora, Hoser sigue en misión en Medjugorje.
Fuente: www.aleteia.org