Queridos hijos, convertíos y revestíos de vestiduras penitenciales y de oración personal profunda, y humildemente pedid la paz al Altísimo. En este tiempo de gracia, Satanás quiere seduciros, pero vosotros, hijos míos, mirad a mi Hijo y seguidlo hacia el Calvario en la renuncia y el ayuno. Estoy con vosotros porque el Altísimo me permite amaros y conduciros al gozo del corazón, en la fe que crece en todos los que aman a Dios por encima de todo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”