P. Livio.- Queridos amigos de Radio María, tenemos en directo a la vidente Marija que nos da el mensaje de la Reina de la Paz de hoy, 25 de junio de 2016, cuando se celebra el 35º aniversario de las apariciones. ¡Hola Marija!
Marija.- ¡Hola Padre Livio! Saludo con mucho gozo a todos los radioyentes de Radio María y querría compartir con vosotros la alegría de esta jornada, la presencia de la Virgen entre nosotros, 35 años de gracia. Y la Virgen nos ha dado el mensaje siguiente:
“Queridos hijos: Agradeced a Dios conmigo por el don recibido, que soy con vosotros. Orad, hijitos, y vivid los mandamientos de Dios para que seáis felices en la tierra. Hoy, en este día de gracia deseo daros mi bendición maternal de paz y de mi amor. Intercedo por vosotros a mi Hijo y os invito a perseverar en la oración para que con vosotros pueda realizar mis planes. Gracias porque habéis respondido a mi llamada”.
P. Livio.- ¿Cómo está viviendo Medjugorje este 35° aniversario?
Marija.- Con gran gozo y agradecimiento de corazón. Hay muchas personas que han participado en la novena, ha sido muy bella, con subidas al monte de las apariciones durante la noche y durante el día. Este año hemos hecho la novena con los peregrinos, comenzando a las 6 y rezando el Rosario, con todos los peregrinos que llegaban. Ha sido muy fuerte porque la presencia de la Virgen se sentía. Donde hay oración, se nota su presencia. Ayer por la tarde la Virgen se apareció de forma extraordinaria, duró más, y nos dio el mensaje. En la Santa Misa, en el altar había 251 sacerdotes. En los confesonarios hay largas filas con muchos sacerdotes confesando. Aquí se nota la presencia de Dios. La Misa acaba de terminar y ahora hay adoración, que durará toda la noche. Ha habido orquesta de Dubrovnik: una gran fiesta con cantos alegres, de júbilo y de agradecimiento a la Virgen. Nos conmovemos incluso con las prédicas que los frailes nos dan cada tarde, con tanta gente que ha venido aquí. Se siente el Paraíso. Estos días los estamos viviendo de forma especial, Padre.
P. Livio.- He visto fotos de hoy, había muchos.
Marija.- Esta mañana, sobre todo, cuando me he despertado, para ir a la montaña de las Apariciones, he visto muchas personas croatas que han venido y que decían “sea alabado Jesucristo y María” y les dije que la Virgen les escucha en croata, y les pregunté de dónde venían. Me han dicho que han caminado toda la noche y algunos durante tres días descalzos por las intenciones de la Virgen. Esto solo lo da la fe. Gracias a Dios en estos días la fe palpita, se siente fuertemente. Y agradecemos la presencia de la Virgen, aquí en Medjugorje.
P. Livio.- La Virgen nos ha dicho también que vivamos los Mandamientos, lo ha repetido muchas veces últimamente.
Marija.- Aún hoy la Virgen nos ha dicho de vivir los Mandamientos, porque solo así podemos ser felices en la tierra. No hay felicidad en la tierra sin los Mandamientos. La Virgen nos está repitiendo: “Sin Dios no tenéis ni futuro ni vida eterna”. Como tantas veces. Por esto nos dice que vivamos los Mandamientos de Dios.
P. Livio.- Oye Marija, cuando tuvisteis la aparición el 25 de junio de 1981, ¿os imaginasteis que podría durar tanto?
Marija.- No, no lo podíamos imaginar. Cada día estamos viviendo esta gracia. No sé si podéis entender que para nosotros la presencia de la Virgen no se ha convertido en una costumbre, es aún una sorpresa, un don, una gracia. Es el Paraíso que baja a la tierra. Esta tarde en la sacristía, antes de la Misa, hablaba con los frailes y las hermanas: estaban conmovidos viendo la estatua de la Virgen que venía en procesión con muchas flores, en medio de la gente, y con tantos sacerdotes que iban al altar. Decían que les palpitaba el corazón. Y yo les dije sonriendo: “¡Os conmovéis por haber visto una estatua! ¡Y yo que veo la Virgen de verdad, que baja del Paraíso!” Me conmuevo aún hoy y agradezco a Dios este gran don.
P. Livio.- ¿por qué esta presencia tan larga?
Marija.- Porque creo que estamos pasando un momento difícil y el hombre ha perdido a Dios. El hombre confía demasiado en sí mismo. La Biblia nos dice: “Maldito el hombre que confía en el hombre”. En cambio nosotros confiamos demasiado en nosotros y no en Dios. Por esto la Virgen se aparece y dice: “Volved a Dios, porque sin Dios no tenéis futuro, ni vida eterna”.
P. Livio.- Escucha Marija, nos puedes explicar algo del primer día, de la primera vez que visteis a la Virgen el 25 de junio, porque el 24 ya sé que tú no estabas… ¿Nos puedes contar cómo fue ese 25 de junio de 1981?
Marija.- Nadie podía imaginar que la Virgen se iba a aparecer de nuevo. Porque el primer día la Virgen apareció en la colina de las apariciones con el Niño Jesús en brazos, cubierto con una especie de velo. Entonces la Virgen lo destapaba y les señalaba el Niño Jesús. Entonces el 25 sintieron la necesidad, el deseo, de volver allí, de subir a la colina para ver si la Virgen se volvía a aparecer. Mi hermana, mi padre y mi madre, como estábamos en pleno comunismo, tenían miedo de ir a la cárcel, de que los mataran, porque durante el comunismo la policía arrestaba a mucha gente, se la llevaba y nunca más volvía a saber de ella. No se sabe ni siquiera dónde están sus tumbas. Mi padre y mi madre se asustaron y cogieron a mi hermana, que el primer día había visto a la Virgen, y se la llevaron al otro lado. Y yo me quedé en casa para preparar la cena. Cuando Vicka ha venido a buscar a mi hermana porque necesitaba volver allí, ella no estaba, pero estábamos Jakov y yo y fuimos, más por curiosidad, nunca podía imaginarme que la Virgen se aparecería. Fuimos allí y la Virgen estaba allí, presente en la colina y de nuevo nos ha llamado, y nos asustamos, y no podíamos imaginar que la Virgen nos llamaba, que iba a aparecer…
P. Livio.-… ¿no estaba el Niño Jesús esta vez?
Marija.- No estaba el Niño esta vez. La Virgen se aparece siempre con el Niño Jesús el día de Navidad.
P. Livio.- ¿Y vosotros qué hicisteis cuando la Virgen os llamó?
Marija.- Nosotros dijimos: la Virgen nos llama, tenemos que ir. Y empezamos a subir. No notábamos los pies desnudos, ni las piedras, parecía que estábamos caminando sobre nubes. Los primeros días esperábamos bajo el monte a que se apareciera la Virgen, y cuando se aparecía subíamos hacia Ella. Estas eran las experiencias de los primeros días. La gente decía que parecíamos volar. Intentaban seguirnos pero nosotros íbamos mucho más deprisa.
P. Livio.- Entonces, después de la aparición, el día 26 de junio, cuando la Virgen ya se había aparecido a los 6, tuviste una aparición muy especial
Marija.- Sí. La Virgen se apareció y después de la aparición yo empecé a bajar por un caminito de ovejas que había, quería coger un atajo, para llegar a casa sin pasar entre toda la gente. Porque a raíz de las apariciones cada vez venía más gente de día y de noche. Así llegaba a casa más rápido, porque no comíamos, no bebíamos, no dormíamos… Nos preguntábamos “¿por qué yo? … si yo no soy mejor que otros”, teníamos tantas preguntas en el corazón…
Y estaba bajando cuando la Virgen se apareció y dijo: “paz, paz, paz. Paz con Dios, paz con los hombres, paz en los corazones de los hombres”. Y este ha sido el primer mensaje que ha dado la Virgen. Y la Virgen se puso a llorar. Pero después nos dijo que había venido aquí con el nombre de Reina de la Paz.
P. Livio.- ¿Y tú qué hiciste después de esta visión, de esta aparición especial?
Marija.- Padre Livio yo estaba en shock, bloqueada! No podía ni imaginármelo. Porque nosotros éramos niños y me parecía algo demasiado grande… Cuando llegué abajo me puse a gritar: “la Virgen ha llorado! Nos ha dicho paz! paz a vosotros! Pacificaos!”. Y muchas familias que estaban en guerra han hecho las paces… Ha sido un triunfo. Yo me acuerdo de mis amigas del colegio que me conocían como una niña tímida decían: “hemos visto a Marija que gritaba Paz!, que le había dicho la Virgen. El Espíritu Santo está con ella y se ha hecho fuerte. Está gritando, está dando testimonio!”
Porque no éramos nosotros, era Dios que nos utilizaba, era la presencia de la Virgen que nos transformaba…, ya en ese tiempo. Y no teníamos miedo de nada, ni de morir, ni de la cárcel… En nuestro corazón solo estaba el mensaje de la Virgen y su presencia, que colmaba nuestra vida, que nos daba la alegría. Con la Virgen sentíamos la presencia del Paraíso.
P. Livio.- Marija, ¿tus padres no tenían miedo de que te ocurriera algo?
Marija.- Sí tenían miedo, pero entonces dijeron: “nosotros ya hemos puesto nuestra parte, ahora Dios ha elegido a nuestra familia”… Y empezaron a rezar. Porque también ellos eran pobres y no sabían qué hacer… Abrieron nuestra casa y muchas veces mi madre desesperada decía que nuestra casa se había convertido en la estación de tren. La gente llegaba, se iba, curioseaba, nos miraba y nosotros les dábamos de comer o beber lo que teníamos. Me acuerdo que les dábamos agua cuando llegaban porque parecía más fresca, aunque hacía mucho calor. Cuando se acababa el agua, me acuerdo que un día papá dijo: “pues les damos vino”, y nos reíamos, porque decíamos ahora veremos dos veces a la Virgen… Y él se reía siempre, decía: “fíjate, ¡nunca habría imaginado que la Virgen podía elegir a nuestra familia”!
Estábamos todos sorprendidos. No sabíamos qué hacer. Sabíamos que lo único que podíamos hacer era rezar. Decíamos: “Señor haz Tú, porque nosotros no sabemos, que se haga tu voluntad en nuestras vidas…”
P. Livio.- ¿Es correcto o exagerado decir que, de alguna forma estamos todavía en los inicios del camino de la Virgen?
Marija.- Nosotros no conocemos los proyectos de Dios, no conocemos los proyectos de la Virgen, pero esta noche la Virgen nos ha dicho: “os invito a perseverar en la oración, ya que a través de vosotros puedo realizar mis planes”. Yo creo con firmeza que la Virgen está realizando el triunfo de su Corazón Inmaculado, como dijo en Fátima, y que está en acto también a través de nosotros, que tenemos la santidad y la intención de vivir los mensajes de la Virgen y los mandamientos de Dios, viviendo y alegrándonos en la Ley de Dios.
P. Livio.- Así que desde que la Virgen se apareció, ese 25 de junio de 1981, empezó el triunfo de su Inmaculado Corazón, o sea que su luz pudo resplandecer en todo el mundo y conquistar los corazones.
Marija.- Nosotros podemos observarlo aquí, ya que esta parroquia, sin la Virgen, es una pedrera. No hay nada bello en Medjugorje, pero su presencia lo hace todo bello y cuando dices “Medjugorje” se te abre el corazón. Y esto no acontece a causa de una persona, sino a causa de la Virgen. Cuando pienso en la Virgen y en su presencia aquí, en medio de nosotros, alabo al Señor y le doy gracias, pues nos está utilizando como instrumentos suyos. No somos buenos… lo intentamos, pero somos humanos, pero cuando el Señor escoge algo, lo transforma todo en algo bueno. Lo mismo pasa con nosotros: solo somos pobres instrumentos, pero el Señor nos transforma y nos utiliza como quiere y cuando quiere. Esta mañana vi a las personas que subían a la colina llorando de alegría: estaban arrodillados delante de la imagen de la Virgen, junto con nosotros, y nos decían “¡gracias!”. Yo, dentro de mí, me repetía que todos tenemos que agradecer a la Virgen. Les sonreía y decía: “¡Gracias a Dios! ¡Gracias a vosotros que estáis aquí! ¡Gracias por vivir los mensajes de la Virgen!”. Tal y como la Virgen siempre nos repite, en todos los mensajes: “¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”. Es una ocasión para agradecer a todas las personas que han puesto en práctica, en su vida, los mensajes de la Virgen. Porque quien lo ha hecho se ha convertido en mejor cristiano, en mejor feligrés, se ha convertido en testimonio de fe.
P. Livio.- Marija, la Virgen afirmó que muchos han acogido su llamada, pero otros tantos no han querido tomar en consideración su presencia. Creo que tenemos que llevar a la Virgen en nuestros corazones, en nuestras familias, de tal forma que en nuestras casas, en nuestras vidas – cuando estemos lejos de Medjugorje – la Virgen esté presente.
Marija.- Ya han transcurrido 35 años, ¡imagínate cuantas personas se han enterado! Hoy se me ha acercado una persona, y yo le he pedido al Señor que pudiera entender en qué idioma me iba a hablar. Conozco bien a esta persona, desde hace años, pero no me acordaba del idioma – vamos envejeciendo… muchas personas las ves durante años y luego ya no las ves más durante mucho tiempo –. Pero en ese mismo momento entendí que esa persona formaba parte de la familia de la Virgen, esa familia que la Virgen quiso construir, donde somos una persona sola, y esto es lo que cuenta. También la familia de Radio María. En estos días he visto muchas camisetas de Radio María, con los símbolos de las distintas realidades que estamos viviendo, y cada uno de nosotros, de una forma u otra, intenta manifestarse diciendo “yo soy cristiano”. Esto nos infunde una inmensa alegría: nos abrazamos, nos felicitamos – no solo nosotros los videntes, sino todo el mundo, todos los que viven los mensajes de la Virgen –.
P. Livio.- Todos los que han contestado a la llamada.
Marija.- Exactamente.
P. Livio.- Bueno, Marija… yo también estoy conmovido por tu testimonio. Como has hablado de nuestra radio, quiero encomendarte toda la familia de Radio María, una familia que es un don de Dios, porque nos reunimos para rezar, para vivir los mensajes, así que te pido que nos encomiendes a la Virgen para que podamos ser perseverantes en responder a su llamada, sin cansarnos nunca.
Marija.- Sí Padre Livio, esto lo hago siempre. Ahora estoy hablando con vosotros, y aquí en el altar exterior hay un gran gentío que está rezando y adorando a Jesús, y yo os llevaré delante de Él: toda la familia de Radio María, todas las personas que están enfermas, desesperadas, todos los jóvenes, todos los que nos escuchan. Esta noche, de forma especial, hemos rezado por los consagrados, por los sacerdotes, así que aquí nuestra oración es continua. Ahora tengo que abandonar esta conversación para ir a la adoración, a agradecerle a Jesús este día. Al mismo tiempo, permíteme Padre Livio decir una última cosa: en Medjugorje está la Virgen, la Madre; yo creo que con la Virgen, con la Madre del cielo, nosotros somos ricos. Mientras esté con nosotros y nos guíe, nos mantenemos serenos puesto que ella es nuestra esperanza, ella es nuestra estrella que nos conduce a su Hijo Jesús. Ponemos en sus manos nuestro pasado, le ofrecemos nuestro presente y nos dejamos guiar por ella, por la Madre celestial. Nos consagramos a su Inmaculado Corazón, para que nosotros también podamos ser parecidos a ella. Por esto rezaré por vosotros, de todo corazón, delante de Jesús.
P. Livio.- ¡Muchas gracias queridísima Marija!