Nuestra Comunidad es un fruto de las apariciones de Medjugorje, fue fundada por Leticia Blanco Gordon el 5 de Agosto del Año Jubilar 2000, como una inspiración del Espíritu Santo, que nos llama a vivir como Apóstoles de la Santísima Virgen María en estos tiempos y a luchar como su ejército para adelantar el triunfo de su Corazón Inmaculado en el mundo.
Es una Asociación Privada de Fieles de la Iglesia Católica, conformada actualmente por laicos, pero abierta a los otros estados de vida (consagrados, sacerdotes y religiosas). Pertenece a la Diócesis de Lurín en Lima–Perú, desde su inicio fue aprobada y reconocida por Monseñor José Ramón Gurruchaga SDB y actualmente nuestro nuevo obispo Monseñor Carlos García Camader le ha dado aprobación definitiva bajo decreto Nº 289-08.
Estamos ubicados en el cerro Culebra de Pachacámac, en un terreno de 47 mil m2 que recibimos como donación de la Providencia de Dios. La obra se está levantando íntegramente a base de oraciones, que nos demuestran día a día que los tesoros de la Providencia nunca se agotan.
Nuestros Fines
Nuestro fin principal es:
• Entregar nuestras vidas a Dios como “Esclavos de Amor”, para que por medio de la Santísima Virgen María venga el reinado de Jesucristo en el mundo.
Nuestros fines específicos son:
• Dar a conocer el mensaje del Evangelio.
• Vivir y difundir los mensajes de María Reina de la Paz, siendo así sus Apóstoles.
• Ser canales de la Misericordia de Dios, siendo signos de su extrema Misericordia.
• Irradiar y ser partícipes de un “Nuevo Pentecostés” para nuestra Iglesia.
• Tener y demostrar en todo momento una total confianza en la Providencia Divina.
Nuestra Espiritualidad
EUCARÍSTICA: La Eucaristía es el centro de nuestras vidas, ya que es la fuente de donde brotan todas clase de gracias para la humanidad.
MARIANA: Nuestra misión es dar a conocer a la Virgen María como modelo de vida cristiana y de docilidad ante los planes de Dios, consagrándonos a Jesús por medio de Ella para convertirnos en sus apóstoles.
CARISMATICA: El Espíritu Santo quiere suscitar un “Nuevo Pentecostés” para nuestra Iglesia, y queremos ser siempre dóciles a sus inspiraciones. Alabamos al Señor y nos dejamos guiar por el Espíritu Santo atentos a los signos de los tiempos.