Queridos hermanos, el mensaje que la Reina de la Paz nos regala en este 35° aniversario de sus apariciones, puede dividirse -a mi entender- en cuatro partes, las cuales en esta ocasión iremos reflexionando y orando de manera segmentada, tratando de sacar algún fruto o provecho para nuestra vida espiritual, de cada uno de estos cuatro temas o fragmentos.

“¡Queridos hijos! Den gracias a Dios conmigo por el don de poder estar con ustedes.”

Una vez más la Gozpa nos impulsa a tomar conciencia acerca del don de la gratitud, el cual se opone al comportamiento contrario, que es el pecado de la ingratitud o desagradecimiento.

No puedo leer este fragmento del Mensaje sin examinarme a mí mismo para preguntarme si soy una persona agradecida con Dios y con quienes me hacen alguna forma de bien, tanto grande como pequeño; o si por el contario he crecido con la actitud -tal vez inconsciente- de no tener una actitud agradecida y expresada de modo concreto, en el servicio a Dios y a los hermanos.

El Catecismos de la Iglesia católica nos anima a desarrollar en nuestra vida la oración de acción de gracias, cuando en el número 2637 nos dice: “La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte cada vez más en lo que ella es…”

Y en el 2638 añade: “Al igual que en la oración de petición, todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias. Las cartas de san Pablo comienzan y terminan frecuentemente con una acción de gracias, y el Señor Jesús siempre está presente en ella. “En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” (1 Ts 5, 18). “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col 4, 2).”

Para mí es muy interesante que así como san Pablo frecuentemente comienza y cierra sus cartas con la acción de gracias, también la Reina de la Paz, en este y en otros de sus Mensajes comienza hablándonos de la gratitud, y cierra el Mensaje con la consabida frase: “Gracias por haber respondido a mi llamado”

Lo cual es una manera de recordarnos que no hay autentica vida espiritual en un corazón en el que ha enraizado la ingratitud y el desagradecimiento a Dios y/o a las personas.

Un peligro es mal acostumbrarnos a las apariciones y mensajes de la Virgen, y caer en la rutina, o en la desvalorización de regalos tan inmerecidos de nuestra parte.

En una oportunidad después de que asaltaran a un comentarista bíblico del Siglo XVIII, llamado Matthew Henry, algunos de sus amigos le preguntaron cómo se sentía. Algunos de ellos esperaban escuchar de él alguna queja contra Dios. Sin embargo, su sorpresa fue grande cuando Henry les contestó:
“Me siento muy agradecido con Dios… de hecho, tengo cuatro cosas por las cuales estarle agradecido en cuanto a esto que me ha pasado.
– Primero, le estoy agradecido porque es la primera vez que me asaltan.
– Segundo, le estoy agradecido porque me robaron el dinero y no me quitaron la vida.
– Tercero, le estoy agradecido porque aunque se llevaron todo lo que tenía encima, no era mucho.
– Y cuarto, le estoy agradecido porque me robaron a mí y no fui yo quien robó”.

No importa lo que suceda en nuestra vida, siempre habrá suficiente motivos para ser agradecidos. Si sabemos ver la vida con ojos nuevos, con la mirada de María. Entonces diariamente descubriremos milagros en nuestra existencia. A veces son grande milagros y a veces son pequeños, pero son intervenciones maravillosas de parte de Dios.

Por lo cual pongamos en práctica lo que en este fragmento del Mensaje nos pide la Reina de la Paz, y también san Pablo, cuando exclama: “Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús.” (1 Tes. 5:18).

“Oren, hijitos, y vivan los Mandamientos de Dios para que sean felices en la Tierra”.

Los mandamientos de Dios son para la vida del ser humano, como el manual para aprender a vivir bien, crecer en la verdadera paz, y ser felices.

Si yo compro un celular o una computadora y quiero saber cómo funcionan, que no se me arruinen y aprender a aprovechar todas las funciones, entonces debo leer los “mandamientos” del fabricante que son el manual de instrucciones, y además necesito alguien que me enseñe a utilizarlo, al menos en las nociones elementales.

Dios, que ha creado nuestra estructura espiritual, psicología, emocional, nuestro cuerpo, cada ser humano y todo lo que existe en la tierra, nos enseña a través de su “manual de vida” como relacionarnos con él, con nosotros mismos, con las demás personas, y con todo lo creado, a fin de que no terminemos rotos, y para que aprovechemos al máximo nuestra vida.

Y si entonces no seguimos sus indicaciones, no nos quejemos -al final de nuestra vida- que no fuimos felices, porque entonces significa que hicimos nuestra voluntad y no la del Señor.

Ahora bien, cuando Nuestra Madre nos habla de vivir los Mandamientos, yo pienso que no se refiere solo al Decálogo del Antiguo Testamento, sino también a los mandamientos que Jesús nos da en el Nuevo, cuando nos habla repetidamente de no quedarnos enganchado con el rencor y transitar el camino del perdón, de no ser avaros, sino generosos, de no buscar ser servidos, sino servir… y la lista es extensísima. Pero sobre todo el llamado “Mandamiento nuevo del amor”, que sintetiza todo lo que Dios nos manda como modo de conducta para tener vida en abundancia.

Todos sus mandamientos son expresados con una gran seguridad y firmeza; pero a su vez son potenciados por su infinita Misericordia Divina. Lo cual Jesús lo aprendió, no solo de su Padre Dios, sino también de su Mamá la Virgen María.

Por lo tanto te propongo que este segundo fragmento del Mensaje de la Reina de la Paz, pueda impulsarte a tomar un tiempo para buscar en los evangelios, aquellos versículos en que Nuestro Señor nos mandó algo para convertir, renovar y fortalecer nuestro seguimiento a él.

“Hoy, en este día de gracia, deseo darles mi bendición maternal de paz y de amor.”

No podemos comprender profundamente los Mandamientos del Señor, ni los Mensajes que Dios nos da a través de Nuestra Madre, si Dios no nos da su gracia y la Virgen María su bendición maternal.

La Bendición maternal de María transforma nuestro árido corazón en tierra fértil para recibir las gracias de Dios, y que estas fructifiquen en compromisos concretos de paz y amor, sin que queden solamente en una experiencia meramente emocional.

“Intercedo por ustedes ante mi Hijo y los invito a perseverar en la oración para que con ustedes pueda realizar mis planes”.

Este fragmento del Mensaje es -a mi entender- una profundización de la anterior frase, ya que nos llama a la humildad de corazón, reconociendo que tenemos la necesidad de una fuerza superior, la cual nos viene por la oración personal y comunitaria, junto a los hermanos del cenáculo o grupo de oración, lo cual nos ayudará y dispondrá para ponernos a disposición de los planes de la Reina de la Paz, y que cada uno de nosotros sea en el mundo, sus ojos, sus manos, sus pies y sobre todo su Corazón.

“Gracias por haber respondido a mi llamado.”

Comenzamos hablando de la gratitud y el mensaje finaliza con el ejemplo de María, que nos agradece a nosotros por haber respondido a su llamado.

Transformemos nuestra gratitud en acciones concretas a favor de nuestros hermanos, de manera tal que no se diga de nosotros lo que manifiesta el himno de laudes del miércoles de la I Semana:

“No basta con dar las gracias
sin dar lo que las merece:
a fuerza de gratitudes
se vuelve la tierra estéril.”

Te envío un fuerte abrazo y me encomiendo a tus oraciones.

P. Gustavo E. Jamut
Oblato de la Virgen María

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