La Virgen es Madre, y la madre camina con nosotros, sus hijos, piensa en nosotros y nos cuida. En este tiempo cuando muchos piensan en el descanso y van de vacaciones, la Madre María nos invita al verdadero reposo que el hombre necesita. Después que sus apóstoles regresaban de un viaje misionero, Jesús les decía: Vayan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. No hay trabajo que canse al hombre, ni el más pesado. Lo que más cansa al hombre es una vida desordenada, las intemperancias y las exageraciones.
María sabe que el hombre no tiene solamente un cuerpo sino también un alma. Nos engañamos si pensamos que únicamente el cuerpo necesita descanso. Necesitamos un descanso completo. Eso significa que no es suficiente que el cuerpo descanse. Muchos regresan de las vacaciones tan cansados que deben descansar del descanso. Eso sucede porque el alma del hombre no ha descansado y no se ha llenado de la fuerza de Dios. Un descanso total para el espíritu, el cuerpo y el alma es estar en silencio y en paz. El verdadero silencio no es la ausencia de ruido y de sonidos exteriores. El verdadero silencio es la paz que se obtiene cuando el pecado y la culpabilidad están ausentes, es la liberación de las palabras feas e indecentes, es el abandonar pensamientos negros y planes equivocados. El descanso total se logra cuando decidimos ser nobles y perdonar a todos. Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y decidimos vivir diversamente.
Jesús nos invita: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré.” El descanso es orar al Espíritu Santo para que ayude al alma, para que El venga y consuele nuestro corazón, para que nos convierta y nos transforme. El descanso son aquellos momentos en que nos unimos a Dios que planea y tiene nuestra vida en sus manos. El descanso es en realidad un encuentro con la propia alma. Por eso necesitamos momentos en que nos detenemos a fin de poder encontrarnos con nuestra alma. El descanso no es ausencia de trabajo. El descanso es el trabajo del alma y del corazón. Cuando reposamos permitimos al Espíritu que nos fortalezca y nos llene. Por eso, descansar de Dios, de la oración y del Espíritu de Dios, significa regresar del reposo aún más cansados y apesadumbrados.
La Madre María nos invita, a sus hijos, a buscar tiempo para el alma y el espacio del silencio, para que el Espíritu Santo pueda en nosotros hacer descansar los que está cansado, sanar lo que está herido, fortalecer lo que está débil. Si amamos verdaderamente, escucharemos las palabras y el llamado de la Madre María quien también hoy no cesa de hablar y, por amor, de llamarnos y de padecer por y para nosotros. Que el Espíritu Santo nos acompañe en nuestras vidas con su luz y su fuerza, a fin de que podamos experimentar el verdadero descanso y la verdadera paz que Dios da.
Fr. Ljubo Kurtovic
Medjugorje, 26.07.2006