El P. Inocencio Llamas dio la segunda conferencia de la tarde del segundo día del XV Congreso Iberoamericano de la Reina de la Paz, en ella habló de la esperanza.

“Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores, ya venció al pecado, venció al demonio, venció a la muerte…. No ha vencido solo, sino que también venció la Virgen María. María siempre está llena de gracia y ella con el poder del señor, también venció a Satanás, al pecado. Por eso confiamos en ella y le pedimos que sea nuestra esperanza en esta tarde”.

“¿Qué tenemos en nuestra vida que nos quita la esperanza? ¿Que no nos deja ser felices? San Juan Bosco decía que la santidad consiste en estar siempre alegres. A veces tenemos alegrías, tristezas… La enfermedad moderna es la falta de paz, en resumen, de un montón de cosas que podamos decir, ansiedad, angustia, miedo, desesperación en el mundo de hoy”.

“La segunda causa de muerte de los jóvenes en México, me dijo una señora predicando allí, es el suicidio. ¿Y el suicidio que tiene en el fondo? La desesperación, no hay esperanza. Por eso el Papa nos ha hecho un llamado en este año del Jubileo, que seamos ‘Peregrinos de la Esperanza’. La Gospa sigue siempre el ritmo litúrgico de la Iglesia, en este año de gracia, dijo en el último mensaje. Es un año especial, nos está diciendo eso. Porque realmente vamos a luchar contra el pecado, vamos a sentir esa liberación del pecado, y de las secuelas del pecado. Y ganando ese jubileo, nuestras culpas quedan borradas, también las penas de estas culpas que tenemos que reparar. Millones de personas, de la mano de la Virgen, caminaremos en esperanza, que es el lema de este congreso. La esperanza es una virtud teologal, y crece de la mano de la fe y de la caridad. La esperanza es necesaria en nuestra vida dentro de la Iglesia, en el mundo. Respondamos al llamado del Papa Francisco a vivir este Jubileo, a tener esperanza en la Paz. Ya que la Virgen se presentó en Medjugorje como la Reina de la Paz. La esperanza es la virtud que nos da alegría en la vida y nos ayuda a desear y querer la vida eterna”, reflexionó el P. Inocencio Llamas y luego recordó el mensaje de la Virgen en el que dice que para que haya paz en el mundo, debe haber paz primero en nuestros corazones, y eso se logra si ponemos a Jesús en primer lugar en nuestra vida.

La santa Misa estuvo presidida por el P. Fernando Gómez y la homilía estuvo a cargo del P. Inocencio Llamas, que reflexionando sobre el Evangelio dijo: “Dios quería que la salvación que nos mereció llegara hasta los confines de la tierra, a todos los lugares y en todos los tiempos. Entonces el Señor hizo un invento impresionante, nos dejó la Eucaristía. Una misa vale más que todos los rosarios, que todas las novenas, que todo lo que puedan rezar los ángeles, la Virgen María, los santos… ¡porque tiene valor infinito! Cinco de los videntes me decían que el mensaje más importante en Medjugorje es el de la conversión, y Mirijana me decía que para ella la Eucaristía es el mensaje más importante de la Virgen. Y nos decía que la misa sea su vida, y que su vida, sea la misa. ¿Por qué? Porque traemos la vida a la misa, y ahora, a la misa, la vamos a llevar a la vida. En la Eucaristía es la presencia real, su carne es verdadera comida y su sangre es verdadera bebida. En la hostia consagrada está también la sangre de Cristo, cuando uno recibe la hostia, recibe a Jesucristo con su cuerpo, su sangre, su alma y divinidad”, concluyó el P. Inocencio.

A las 21.15 horas comenzó el testimonio de María Vallejo-Nágera “Medjugorje, lugar de gracia”, donde compartió lo que Dios obró en su vida en el santuario de la Reina de la Paz.

Al concluir el testimonio, fray Zvonimir Pavičić guió la adoración a Jesús en el Santísimo Sacramento del altar, en la iglesia que tiene el complejo de El escorial. Con solo escuchar en croata la voz de fray Zvonimir en las meditaciones, la traducción al español, los cantos de la Reina de la Paz del ministerio de música del congreso, el violín… Medjugorje se hizo presente en la noche madrileña. El clima de oración, la unción de los momentos de silencio llenos de la presencia de Dios, sobran las palabras… Una gran gracia del cielo para todos.

Al culminar la adoración, y después de la bendición final, el Santísimo fue llevado en procesión a la capilla de oración dentro de la casa de retiros, para quedar expuesto hasta la oración de Laudes por la mañana.

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