Los hermanos participantes del XXXI Congreso Nacional de la Reina de la Paz fueron llegando a la casa de retiros en la ciudad de Catemaco, en Veracruz. Los recibió el equipo organizador del Centro Medjugorje México y algunos hermanos de la Fundación Centro Medjugorje, y se fueron reunieron en la sala de enseñanzas para rezar juntos la Coronilla a la Divina Misericordia.

El P. Sergio Avalos dio la bienvenida a todos, presentó a los hermanos que estuvieron trabajando para que el Congreso fuera una realidad, y también le pidió a fray Zvonimir Pavičić que dijera unas palabras a los presentes. Fray Zvonimir se presentó y dijo que estaba muy feliz de poder estar en el congreso, muy feliz de estar en México, y anunció que a continuación verían el mensaje en video que para la ocasión había enviado Mons. Aldo Cavalli, el visitador apostólico con carácter especial para la parroquia de Medjugorje.

La primera catequesis de la tarde estuvo a cargo del párroco de Medjugorje, y se llamó: “La Iglesia y el carisma de Medjugorje”.

Fray Zvonimir comenzó diciendo: “Primero es bueno pensar que es la iglesia, muchas veces nosotros cuando se menciona la palabra Iglesia, pensamos en la jerarquía, en los Papas, los obispos y lo sacerdotes. Especialmente cuando hablamos de la Iglesia, hablamos a menudo de los ministros ordenados de la Iglesia. Pero es muy importante saber que todos nosotros somos la iglesia, y que en la iglesia no existe el que vale más o el que vale menos, Jesús eso lo rompió antes del principio, en realidad dijo que el que quiera ser el primero, que sea el último y sirva a todos. Cuando hablamos de la iglesia, hablamos de todos nosotros, de lo que toca a cada uno de nosotros en nuestra vida cotidiana, de lo que deberíamos vivir como los fieles, como el pueblo de Dios, como la Iglesia”.

“¿Saben cuándo nació la iglesia? En Pentecostés. Y donde estaba entonces la Iglesia, los discípulos estaban juntos con María, la Madre de Jesús. ¿Y qué es lo que hacían? Oraban. Esa es la imagen de la Iglesia, los discípulos de Jesús reunidos en torno a María, su Madre, pero no reunidos tristes, sino que estaban reunidos en oración, y la oración siempre es el signo de la esperanza. Al igual que rezamos por nuestros difuntos, oramos porque sabemos y creemos que vivirán en la Vida Eterna y por eso oramos por ellos. Y así la oración siempre es la esperanza del hombre de que Dios le ayudará y le ayuda. Así la primera Iglesia oraba con María, la Madre de Jesús y el Espíritu Santo bajó sobre ellos y salieron a la plaza y predicaron a todos a Jesús y se bautizó una multitud de gente, y decimos que entonces nació la Iglesia. María estaba presente por supuesto, cuando daba a luz a Jesús, es la que trajo a Jesús al mundo, también María está presente cunado nace la Iglesia, y la Iglesia regala a los hombres a Jesús”, reflexiono fray Zvonimir.

“En realidad, podemos decir que este tema es muy bueno, el carisma de Medjugorje y la iglesia. ¿Cuál es el carisma de Medjugorje? Todo eso es la oración. Recuerdo cuando el visitador apostólico visitó al Papa después de pasar un tiempo en Medjugorje. El Papa le pregunto ¿qué hacen en Medjugorje?, el dijo se ora, se ora, se ora. Medjugorje es el lugar de la oración. Y ese es el carisma más grande de Medjugorje y el mayor regalo para la iglesia entera, porque no hay iglesia sin oración, la iglesia que no ora es una Iglesia muerta. Y nosotros no podemos ni debemos estar muertos porque Jesús nos liberó de la muerte. Y me parece que precisamente ese es el don de Medjugorje para toda la Iglesia, la oración, aprender a orar. Orar cada día, estar unidos a Dios cada día a través de la oración”.

“Dios se ocupa de darle a cada día un trocito de su gracia para que veas lo hermoso que es estar con Dios, lo hermoso que es servirle a Dios. Y eso sucede también en la oración sencilla, y ese es uno de los carismas de Medjugorje. Medjugorje es sencillo, todo sucede en la sencilles del día a día, vivimos nuestra vida, llenamos nuestro día de oración y siento como Dios nos bendice. Por eso Medjugorje es mariano, porque imita a María que es sencilla, que es pequeña, que no busca la fama ni honores y que nunca los ha buscado, siempre fue sencilla, retirada”.

Piensen lo grande que es eso, ser la Madre de Dios y a la vez ser una de muchos. Oraba junto con los discípulos. ¿Qué nos enseña María con eso y a través de Medjugorje a lo largo de todos estos años? A pesar de ser sencillo, pequeño, de que no tengamos papeles importantes en la sociedad, de nosotros son depende el destino del mundo, no debemos jamás pensar que nuestra vida no tiene sentido, sino que podemos hacer muchísimo en una oración sencilla, aislada, escondida de los hombres, pero nunca puede estar escondida de Dios, porque nuestro Dios ve lo escondido. Y ese para mí es uno de los grandes carismas de Medjugorje, dijo fray Zvonimir, hablando luego sobre el poder de la oración.

“A pesar de cómo me sienta, tengo que rezar, y estoy seguro que a Dios le gusta más la oración que tengo que hacer porque tengo que hacerla, a pesar de como estoy. ¿Por qué? Porque yo me esfuerzo, porque me pongo por encima de mis sentimientos. Le digo a Dios, a pesar de todo, a pesar de todo el caos que ha sucedido en ese día, le digo a Dios que lo necesito. En este momento no siento nada, pero sé que lo necesito a Dios. Por eso es importante rezar cada día, y que el cuerpo aprenda, sepa que es la ora de la oración, que no voy a dormir, sino a rezar”, dijo al final de su catequesis el párroco de Medjugorje.

La celebración Eucarística estuvo presidida por Mons. José Luis Canto Sosa, obispo de San Andrés Tuxtla, que en su homilía predicó sobre el Evangelio de Marcos de cómo los discípulos a pesar de que Él les explicaba sobre lo que le iba a pasar, los discípulos estaban en otra cosa, pensaban de un modo humano, que lugar ocupar en el Reino de Dios: “Jesús, viendo su actitud les pregunta si son capaces de participar del bautismo que él va a padecer. La situación es la misma que pensaban los otros discípulos, querían ocupar los primeros lugares, cercanos a Jesús. Pero no desde el punto de vista espiritual, sino con esa mentalidad de poder tener privilegios, de poder estar sobre los demás. Entonces Jesús les dice ‘si alguno de ustedes quiere ser mayor que los demás, que se ponga a servir, así como el Hijo del hombre ha venido a servir y no a ser servido. Jesús se pone como ejemplo con el servicio, Jesús se desvive por atender a cualquier persona que se le acerca, Jesús va cumpliendo la voluntad del Padre”, dijo Mons. José Luis, invitando a todos a abrir el corazón a la voluntad de Dios, así como María lo hizo, para poder servir a Dios de la mejor manera.

Al culminar la santa Misa, hablamos con Mons. José Luis Canto Sosa para que nos comparta su experiencia del III Retiro para Sacerdotes y nos diga unas palabras sobre el XXXI Congreso Nacional de la Reina de la Paz, que acababa de comenzar.

“Son muy interesantes y muy importantes los ejercicios espirituales para sacerdotes, que son reunidos, principalmente, por la Virgen María Reina de la Paz. Necesitamos paz en nuestro corazón, necesitamos paz en el exterior, en tantos lugares, pero más que nada en nuestro corazón. Creo que los ejercicios espirituales bajo el manto de la Virgen, la Reina de la Paz, va a ir resultando en grandes frutos. Dios nos sigue bendiciendo a través de la Virgen María Reina de la Paz. Que haya paz en sus corazones”.

Y antes de despedirse, agregó: “Es interesante también el congreso y muy importante, porque de esta manera se va alimentando, a través del estudio, lo relacionado a la Virgen María Reina de la Paz. Pero más que nada, ver como Dios va interviniendo y va permitiendo que la Virgen María vaya dando sus mensajes por el bien del mundo. Principalmente hace falta mucha paz, por eso Dios permite que la Virgen María, en Medjugorje, vaya dando estos mensajes. El estudiarlos, el poder analizarlos, el poder convencernos de que Dios está transmitiendo estos mensajes a través de María, esto también es necesario. ¡Felicidades a todos los que están participando en este congreso! ¡Que Dios los bendiga!”.

Con la Adoración Eucarística dirigida por fray Zvonimir culminó la jornada. De más estar decir de nuevo el ambiente de oración y recogimiento que se vivió con cada canto, con cada momento de silencio y con cada meditación…

“Señor Jesús, después de tu resurrección los discípulos te reconocieron en la fracción del pan. Con ese gesto tu les trajiste a la memoria aquello que hiciste en la última cena, como te entregaste por nosotros, como el pan que se parte y se da a los demás. Así también, tú te diste a todos. Los discípulos de Emaús te reconocieron cuando partiste el pan, y se preguntaron mutuamente ¿acaso no ardía nuestro corazón cuando lo escuchábamos? ¿Acaso no ardía nuestro corazón cuando estábamos en su presencia? Hoy estás presente aquí, en medio de nosotros. Nuestros corazones también arden por tu presencia. Señor, has que siempre estemos en tu presencia. Que siempre partamos el pan, que celebremos la Eucaristía que tú nos has dejado. Y que así, a través de la Eucaristía, recibamos la fuerza, la fuerza que solo tú nos das y de la que nada nos puede separar. ¡Gracias, oh Señor! ¡Te adoramos!”.

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