Llegamos al aeropuerto de Veracruz por la noche y de allí nos trasladamos hasta la ciudad de Catemaco, donde se daría el III Retiro Espiritual para Sacerdotes y el XXXI Congreso Nacional de la Reina de la Paz en México.

La ciudad de Catemaco, con unos 30.000 habitantes, se encuentra a la costa de la laguna que lleva su nombre y está ubicada al sur del estado de Veracruz, donde el 75% de la población es católica. Y fue precisamente en el puerto de Veracruz por donde llegaron los primeros 12 franciscanos hace 500 años a América Latina.

En la Casa de retiros “Villa Nuestra Señora del Carmen”, comenzó la mañana del segundo día del retiro de sacerdotes con el mensaje en video que envió el visitador apostólico con carácter especial para la parroquia de Medjugorje, Mons. Aldo Cavalli, en el que dijo: “Deseo acompañar a fray Zvonimir, nuestro párroco en el encuentro con los sacerdotes y con todos ustedes. Medjugorje es un lugar de gracia. Medjugorje es un lugar de encuentro con Jesucristo. Medjugorje es un lugar donde la Virgen María nos acompaña al encuentro con el Hijo de Dios e hijo suyo, Jesucristo. Aquí vienen ahora millones de personas de cada parte del mundo. Aquí en Medjugorje hay una cosa, la gracia. Y la gracia significa que el Señor Jesús encuentra a las personas que vienen aquí, las encuentra y las cambia dentro. Y la Virgen María acompaña a las personas a este encuentro tan personal que cambia desde dentro a la persona”, dijo Mons. Aldo Cavali en el mensaje grabado en video, hablando luego sobre la importancia del programa vespertino de oración en la parroquia de Medjugorje y de la experiencia de amor del encuentro profundo de los peregrinos con Jesús, agregando: “Fray Zvonimir es testigo de este encuentro, estoy contento que esté allí en medio de ustedes”, dijo Mons. Aldo y finalizó su mensaje dando la bendición.

Fray Zvonimir Pavičić dio la primera conferencia de la mañana en la que habló sobre la conversión y el examen de conciencia. Comenzó diciendo: “Mi misión es ir por el mundo y hacer que la gente conozca Medjugorje”. Y refiriéndose a la ocasión por la que le han invitado, añadió: “Espero que estas charlas nos traigan frutos abundantes a ustedes y a mí. A pesar de que pensemos que siendo sacerdotes ya lo sabemos todo, es bueno repasar una y otra vez las cosas que conocemos bien y es importante que como sacerdotes nos mantengamos juntos en la fe. Especialmente en una buena relación con el Señor, porque meditar en las cosas de Dios, en las verdades de nuestra fe, a nosotros los sacerdotes, nos mantiene en una buena relación con el Señor, porque seguramente están de acuerdo conmigo que nos es suficiente estar solamente ordenado, sino que nuestro sacramento, nuestra vocación es primeramente nuestra relación con Dios y después con los hombres. Y debemos cuidar nuestra relación con Dios día tras día y crecer en esa relación y no crecer con nuestras capacidades y fuerzas, sino con la gracia de Dios”.

“Y precisamente esa gracia se derrama en nosotros cuando le permitimos a la palabra de Dios que se derrame en nuestros corazones y la Palabra siempre nos habla, incluso, cuando está callada, ese silencio habla en lo más profundo de nuestro corazón. El silencio de Dios es una forma poderosa de Dios para hablarnos a nosotros los sacerdotes. Es importante reflexionar siempre, estar en silencio y en la sencillez ante el Señor, escuchar a Dios y repetir lo que ya sabemos y de esa manera alimentarnos de lo que nos viene de Dios. Y así Dios, seguramente, fortalecerá nuestra vocación y nuestra misión”.

“Convertirse, en el idioma croata es literalmente volver allá de donde he venido, es dar la vuelta y volver al principio. Está claro que está la pregunta ¿En cuál principio? ¿Dónde es que tengo que volver? ¿Por qué tengo que volver?”.

“Tengo una imagen que representa esto: Imaginen al esposo y a la esposa en el auto que van hacia un destino, el marido conduce y gira en un cruce hacia la dirección equivocada, debía ir a la derecha y fue a la izquierda, en vez de estar más cerca del destino donde debían ir, se iban cada vez más lejos porque iban en la dirección contraria. ¿Y qué sucede? El marido y la esposa están nerviosos, el no escucha lo que ella le dice, empiezan a discutir, hasta el momento en que él reconoce que van en la dirección contraria. Que ha cometido un error y que tiene que volver. Y a penas cuando vuelve al punto donde se había equivocado es cuando podrán tomar la dirección recta y es entonces que podrán tener la paz, porque saben que llegaran al destino donde habían pensado ir. ¿Y esa es la conversión? ¿Dónde volver? ¿Dónde es que yo tengo que volver? ¿Acaso siento la paz en mi corazón? ¿La paz que es el fruto de buenas decisiones? ¿La paz que es el fruto de la buena relación con Dios, de la plenitud de la vida? O tal vez estoy inquieto a menudo. Y eso, nosotros los sacerdotes, deberíamos preguntarnoslo a menudo, como sacerdote estoy con paz, soy una persona serena y tranquila o tal vez, me sacan del juicio muy fácilmente, me enfado muy fácilmente. Si notamos en nosotros mucho enfado e insatisfacción significa que necesitamos la conversión. Toda persona necesita la conversión. No es un momento concreto que sucede en la vida y ya está”.

“Hablamos a menudo de la conversión de Pablo, no se convirtió una vez, sino que se sigue convirtiendo cada día, siguió manteniéndose cerca de Dios. Y eso sucede también con nsotros, me convierto cada día, trato de volver al lugar donde doble, gire mal. Pero también trato de volver al comienzo, a mi comienzo, ahí donde todo empezó”.

“¿Qué es para nosotros lo cristianos el comienzo?”, preguntó fray Zvonimir comenzando luego a hablar sobre la Cuaresma y del origen de la imposición de las cenizas: “La conversión es el primer llamado de la Cuaresma, el miércoles de ceniza nos imponen las cenizas y escuchamos las palabas ‘conviértete y cree en el Evangelio’ o la otra frase ‘Hombre, sabemos que eres polvo y al polvo volverás’. En el Antiguo testamento la gente se pone cenizas encima y se arrepienten, le dicen a Dios que se habían equivocado y se convierten. Cuando Dios creo al hombre lo creo de la tierra, del polvo de la tierra. El polvo, Adán, el hombre tienen el mismo significado. Al mismo tiempo sabemos que el polvo es algo insignificante, no tiene un valor especial, es nada. El polvo nos habla de la nada, y que Dios ha creado al hombre de la nada, del polvo de la tierra. El polvo designa esa nada, el cero por debajo del cual no hay nada. ¿Y qué es lo que hace el hombre imponiéndose la ceniza? Le digo a Dios que pequé, que siento mucho haber ofendido su amor, que por los pecados no valgo nada, que estoy por debajo de estas cenizas, con los pecados he traicionado todo aquello en lo que Dios me ha creado. Así que me coloco a mí mismo por debajo de ese polvo, me reconozco insignificante y busco la misericordia de Dios”.

“¿Y que hace Dios? Dios no se venga, sino que se goza, disfruta de cuando nos arrepentimos de nuestros pecados. Nos hemos alejado mucho de su amor y ahora estamos volviendo a él. Es decir, hombre, recuerda que eres polvo y volverás al polvo. Cuando el hoombre arrepiente de los pecados, Dios no lo castiga, sino que le da la gracia de un comienzo nuevo, de un nacimiento nuevo. Por eso, las palabras, hombre, recuerda que eres polvo y al polvo volverás. Con la conversión, con toda conversión, Dios nos crea nuevamente. Cuando nos arrepentimos y abandonamos el mal, podemos volver a Dios y empezar con Él una vida nueva”.

“Lo que nos despierta a menudo de cuando estamos en pecado o estamos alejándonos, es nuestra conciencia. En el Catecismo de la Iglesia Católica sabemos que la conciencia es la voz interior dentro de nosotros que nos advierte de que estamos haciendo el mal y nos llama a volver al bien. La voz de la conciencia no se escucha como se escuchan otras voces, podemos decir que la voz de la conciencia es una voz muda, no se la escucha a través de los oídos, sino con el corazón. La conciencia es como la imagen de Dios dentro de nosotros. Hemos sido creados a imagen de Dios, por eso la conciencia es el lugar en que el hombre se encuentra con algo que está por encima de él. La conciencia, como imagen de Dios, es la que nos habla de Dios y está en nuestro interior, en la esencia más profunda del hombre. Y no nos habla de mí, de ustedes, no nos habla de nuestras leyes y normas, sino que nos revela la ley de Dios. La ley inscripta en nuestros corazones. Por eso es muy necesario y muy bueno tratar de hacer un examen de conciencia. Pero la conciencia no debemos tomarla como algo estático, como un listado de mandamientos de Dios y yo miro cual he cumplido y en cual he caído. El examen de conciencia debe ser dinámico, no estático, debe ser la expresión de nuestro encuentro con Dios, de nuestro deseo de vivir según los mandamientos de Dios, según su ley”, reflexionó fray Zvonimir.

Continuó su conferencia hablando sobre la alegría del encuentro con Dios: “La alegría es una de las características de nuestra fe y tiene que ser así. ¿por qué? Porque estamos llamados a anunciar el Evangelio que es la notica alegre. La alegría la tiene el hombre que se encuentra con Dios. Estamos hablando de la auténtica alegría, que llena a toda la persona humana, la alegría que viene de Dios, porque el hombre que se puede encontrar con Dios, independientemente de lo pecador que sea, si se encuentra realmente con Dios, Dios en ese encuentro le concede la alegría, porque le muestra que su vida tiene sentido”.

“El pecado nace allí donde Dios ha sido olvidado, allí donde no existe ese recuerdo sagrado de Dios, ahí nace el pecado y el pecado se apodera de la persona. Y el examen de conciencia siempre le arrastra al hombre hacia Dios, primero para mirarse a sí mismo ante Dios y luego para que lo lave con su misericordia. Recordemos las palabras de David: Lávame de mi culpa y purifícame de mi pecado. No es suficiente solo examinar la conciencia, sino que es necesario que la conciencia, como recuerdo sagrado del señor, nos examine a nosotros. Y si a diario se hace esto, eso guía al hombre hacia la santidad. Y esa es la única meta que el cristiano tiene en el mundo, alcanzar la sanidad. Al final del examen de conciencia viene el arrepentimiento, el reconocimiento de los pecados ante Dios. ¿Y que hace este ejercicio cuando el sacerdote lo hace cada día? El sacerdote puede comparar su día de hoy con el de ayer, es decir, si soy hoy una persona mejor que la que fui ayer. ¿y qué significa esto? Si voy en la dirección de la santidad o tal vez estoy parado en un lugar, o peor todavía, si voy para atrás. La vida del sacerdote solo puede tener sentido si va siempre para delante, es decir, hacia la santidad. Es importante el examen de conciencia vivificarlo cada día en nuestra vida espiritual”, culminó con estas palabras su conferencia el párroco de Medjugorje.

La segunda charla de la mañana estuvo a cargo del P. Francisco Verar, con el tema: “El presbítero, llamado a la santidad”

“¿Por qué es importante la pastoral de la santidad? Porque para Jesús lo fue, y si para nuestro Señor la santidad era importante porque Él era santo y los apóstoles fueron santos y la Virgen María lo fue, nosotros lo debemos ser. El domingo pasado, el Evangelio dice ‘vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he enseñado’. Aquí el punto, somos nosotros. Porque el mejor evangelizador es el santo. Todos los años miles de peregrinos van a visitar el cuerpo del P. Pío ¿por qué? Porque ahí hay un santo. El mayor signo de la evangelización, dice Pablo VI, es la santidad. ¿Por qué sabiendo nosotros esto, como dice la Virgen en el último mensaje, no elegimos con responsabilidad la santidad? En nuestros decanatos, vicarías, hay muchísimas actividades, cada día. Si uno se dedica a eso, en realidad el tiempo que nos queda para trabajar en las responsabilidades de la parroquia es muy poco. Y si sumamos a esto las demás actividades, se nos pasó el llamado a la santidad”.

Siguió el P. Verar hablando: “’Sean santos porque yo soy santo’ dice una parte de la frase de la Biblia para este día del retiro. Muchos prefieren estar horas con la computadora antes que visitar a los enfermos. Nosotros como presbíteros somos los primeros llamados a la santidad para dar el ejemplo a nuestro rebaño. Nosotros debemos ser ejemplo de amor, de cariño, de dulzura, de fraternidad. Los ejercicios espirituales para nosotros son muy buenos, debemos tener tiempo para la soledad, la soledad es muy buena. No son necesarias las compañías para llenar un vacío, el vacío lo llena Jesús, pero cuando dilatamos el corazón. Tenemos un reto, debemos ser ministros enamorados de Cristo y que la gente lo pueda ver. Pero si no tomamos la decisión de dejar algunas cosas y volver a este llamado, eso no será posible”, dijo el P. Francisco, y para terminar, habló sobre la importancia de la oración y que dejar la oración es suicidarse espiritualmente.

Después del tiempo de oración personal en silencio, la tercera y última charla antes del almuerzo, también estuvo a cargo del P. Francisco Verar, y se tituló: “María y la encarnación del Verbo”.

“La impresión que me dejó San Juan Pablo II, es que el hombre más importante y ocupado del mundo, oraba de rodillas… Eso fue para mi más impactante que todos los ejercicios espirituales que había realizado. Que escusa tenemos nosotros para decir que no podemos orar, si juan Pablo II nunca dejó de orar y siempre encontraba tiempo para eso. El desde que fue arzobispo, era común encontrarlo orando de rodillas ante el sagrario. Y cuando se iba a confesar, iba a la fila como uno más, y la gente le decía que le daba su lugar, pero él no quería, y esperaba su turno”, dijo el P. Verar, hablando sobre la importancia de la oración.

Y luego preguntó para reflexionar: “¿Que movía a Juan Pablo II para hacer todo lo que hizo como Papa? ¿Cuál era su motor? Su vida de intimidad con Dios. Dios quiere que hagamos todo lo que debemos hacer, pero sin descuidar nuestra vida de oración, nuestra vida interior. Nuestra prioridad siempre debe ser nuestra vida interior y san Ignacio nos invita a no descuidarla”.

Culminó luego su charla hablando sobre la oración, de las distintas maneras de orar, explicó y compartió lo que san Ignacio escribió sobre la meditación, animando a los sacerdotes a perseverar en la vida de intimidad con Dios… Recordándoles a los sacerdotes que la razón de ser de su ministerio es la salvación de las almas, y que Dios se hizo hombre, se encarnó para salvar a la humanidad…

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