TESTIMONIO DE NIKOLA
DíA: Domingo 6 de Marzo
HORA: 6 de la tarde
LUGAR: Salón de Actos de la Casa de la Cultura de Espiel (Córdoba)
Benedicto XVI explica que Convertirse significa creer que Jesús ‘se ha dado a sí mismo por mí’, muriendo en la cruz y resucitando, vive conmigo y en mi. Confiándome a la potencia de su perdón, dejándome tomar de la mano, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y de toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor”.
Nikola Djukic, joven serbio que durante alrededor de una década vivió esclavo de las drogas y que en el momento límite de su vacío y de su desesperación fue encontrado providencialmente por la Misericordia de Cristo.
Por la droga engañó, mintió, robó, traicionó
La droga era su muerte, pero no podía prescindir de ella. Su adicción le llevó a autodestruirse y a destruir a los que tenía a su alrededor: “Por este polvo estaba dispuesto a todo: a engañar, a robar, a mentir, a traicionar”. Incluso cuando no quería hacerlo. Su vida dependía de la heroína. “El único pensamiento con el que me acostaba cada noche, era el de cómo conseguir droga el día siguiente”.
Angustioso vacío interior
Pasan los años. Nikola intenta salir varias veces de esta esclavitud por sí mismo, con la ayuda de sus padres y de sus amigos. Pero no lo consigue. “Siempre que dejaba la droga, quedaba un gran vacío dentro de mí. Un vacío que no conseguía llenar con ninguna otra cosa, como el deporte, o el trabajo… Porque este tipo de vacío dejado por la droga, no se llena con otra cosa que no sea más potente.
Nikola decepciona a todos y todos lo abandonan: “Después de tantos engaños a mis padres y a mis amigos, quedé finalmente solo”.
Su vida se sume en el vacío y la desesperación: “No tenía ganas de vivir. Mi vida había perdido todo sentido”. El único sentido de vida era el de vivir para la droga.
De este modo comienza a tener problemas incluso con la policía y con la gente que había engañado por dinero.
En el momento de mayor soledad y desesperación, Dios se acerca a él y le ofrece un camino: “Dios se valió de esta oscuridad, para acercarse a mí cuando ya nadie más lo hizo”.
Nikola tiene que escapar. Su libertad, incluso su vida, corre peligro. Un amigo le habla de una comunidad en un pequeño pueblo de Bosnia-Herzegovina, llamado Medjugorje. Lo único que le dijo fue: “La comunidad se llama Cenáculo y en ella te acogerán. Podrás estar el tiempo que quieras sin pagar nada, allí te darán de comer, de vestir. A cambio, sólo tendrás que trabajar un poco”.
De este modo Nikola emprende el viaje desde Serbia a Medjugorje, pensando encontrar un lugar donde esconderse durante un tiempo, hasta que las aguas se calmaran.
Al llegar a Medjugorje, vio gente de todos los países: “No entendía nada. Me preguntaba, ¿pero qué sucede aquí?”. “Ya en la Comunidad, los responsables me informaron de que podía quedarme, pero que existían algunas reglas que debía respetar: “Aquí no se fuma, no se bebe, no tendrás teléfono, no hay periódicos, no hay televisión, ni radio, ni chicas.” “Pero, ¿qué es lo que hay entonces?”, les dije. La respuesta fue una sonrisa y un: “Tienes a la Virgen”.
Y la Virgen le cambió la vida.