Sentí una gran paz

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Anton Guanaratnam es un peregrino canadiense que oyó hablar de Medjugorje hace seis años. Explicaba que una amiga suya tenía un tumor cerebral y que él quería poder decirle que Dios existe. "Ella no estaba bautizada y yo intentaba explicarle que Dios existe. Entonces oí hablar de Medjugorje y comencé a retomar mi fe. Tras haber sabido de los mensajes comencé a amar más a Nuestra Señora y a Dios. Es aquí donde he estado viniendo durante los últimos seis años y mi deseo es dar a conocer los mensajes de Nuestra Señora por todo el mundo. Ella ha hecho mucho por mí. Sentí una gran paz aquí, en el Monte de las Apariciones. Me encanta escuchar las homilías durante la celebración de la Santa Misa. Considero que la Adoración del Santísimo es algo realmente especial, con tanta gente adorando a Jesús. Todo aquí es muy tranquilo, y esto es lo que hace de Medjugorje un lugar tan especial", declaró este peregrino de Canadá.
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