Se ha celebrado hace un mes, en nuestro país, Chile, el Primer Congreso Nacional de María Reina de la Paz, bajo la guía del Centro Medjugorje y con la presencia del Padre Danko Perutinic, asesor y fundador del Centro para Hispanoamérica y  la guía Filka, que forma parte de la directiva del Centro para España y América Latina.

El Congreso se inició con un Retiro para sacerdotes, que contó con la asistencia de 9 sacerdotes, que ha diferencia de otras instancias, queríantodos ellos participar y colaborar con la difusión de los Mensajes de la Reina de la Paz, los que recibieron una Charla resumen de la Historia de Medjugorje, una meditación sobre la centralidad de la Eucaristía en la espiritualidad de la Reina de la Paz y una charla testimonio sobre predilección  maternal de la Virgen Santísima por los sacerdotes.

El Congreso contó con las Conferencias de Fray Danko, los testimonios de los Devotos de la Reina de la Paz en Chile, y la organización de la Coordinación del Centro Medjugorje en Chile (sobre las conferencias y testimonios, en otro artículo).

Sin embargo la presencia de Padre Danko y Filka, junto con la celebración de la Eucaristía, la Hora Santa, el Santo Rosario y la meditación de los Mensajes, regalaron al Congreso, el regalo que siempre se hace presente en estas instancias, en torno a la Reina de la Paz: la Gospa nos regala los frutos de sus presencia en Medjugorje, el fervor, la gratitud, la alegría, el anhelo de santidad y la paz.
Siempre regala nuestra Madre Santísima esos frutos para los peregrinos que han respondido a la llamada del Inmaculado Corazón de María.

Esta maternidad de la Virgen se ha desplegado en la historia de nuestro pueblo. Dios la eligió a María como una colaboradora singular de la salvación obrada por Cristo ( LG cap. VIII). Y esa acción de María no se limita a lo que hizo en su vida terrena. El cielo permite a la Virgen Santísima seguir trabajando para nuestra salvación. Trabaja como Madre.

Dios, al elegirla para darle carne al Verbo asumió libremente con Ella un vínculo irrevocable, indestructible y en adelante eterna.

Tanto es así, que la Iglesia venera a María como Madre del mismo Dios. Es tan singular la unión entre Cristo y María, que sin Ella no puede entenderse cabalmente el misterio del Verbo encarnado.
Ella nos conoce y Dios escucha su oración. Ella ruega e intercede por nosotros ante el Padre Dios, y nos invita a la conversión y a la humildad, para que nuestro corazón se abra a la gracia.

La conversión es un don, es una gracia, y el Congreso, por sobre todos los objetivos, en una instancia en que nuestra Madre  pide para nosotros esa don, y paulatinamente se van observando esos frutos, por la recepción de los sacramentos, la intensidad de la oración,  la modestia y el espíritu de servicio entre los participantes.

Fue un pequeño Medjugorje, en el extremo sur del continente americano.

En sus mensajes, María nos advierte que estamos construyendo un mundo sin Dios y esto significa que la humanidad y nuestro mismo país chileno está una vez más en peligro de querer construir para sí mismo, para su familia y el mundo una Torre de Babel, sin Dios, dependiendo únicamente de sus propias fuerzas, de su propio conocimiento y su propia tecnología. Cometemos un gran error cuando, Pero la Gospa, ha querido reducir las distancias, aproximándose a nosotros con sus mensajer, los testimonios y sus devotos reunidos en torno a Jesús Eucarístico, la Palabra de Dios, la confesión, ayuno y el Santo Rosario.

Padre Nuestro, queremos darte gracias por todas las gracias y dones que nos has dado en los días del Congreso Nacional en Chile. Pusimos en las manos de nuestra Reina todas aquellas situaciones que nos preocupan, pedimos por la conversión de la humanidad, la fidelidad y santidad de todos los fieles y por los planes de la Reina de la Paz.  Te pedimos por los frutos del Congreso Nacional, imploramos que sea conocido el Mensaje de Merjugorje, para que muchos chilenos sean parte de la escuela de santidad y amor de la Virgen Santisima, haciendose presentes en los Congresos Internacionales, peregrinen a la “Tierra de María” y venga a nosotros el Reinado de los Sagrados Corazones.

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