En la costa de Dalmacia, en Badija, una de las más bellas islas del archipiélago de Korčula, en el monasterio franciscano que data del siglo XV, del 20 al 25 de septiembre se realizó el primer retiro para sacerdotes dado por fray Jozo Zovko y fue en español. En esta ocasión, los 35 sacerdotes latinoamericanos vivieron la intimidad de la vida sacerdotal entre hermanos.
Fray Jozo es conocido por sus retiros espirituales y los ha dado innumerables veces para laicos, donde también han participado muchos sacerdotes. Es que nunca se limitó a un grupo específico porque sus enseñanzas siempre estaban dirigidas al corazón, al hombre cristiano. Sin embargo, esta vez, se detuvo en el hombre que ha recibido su ministerio por la imposición de manos, que ha sido ungido, que es Alter Cristus, es decir, otro Cristo, el administrador de los misterios divinos, el sacerdote.
El padre sintió el sufrimiento y los problemas de los sacerdotes, especialmente en este tiempo. Y con este retiro quiso ofrecerle la oportunidad al sacerdote, ayudarlo e inspirarlo. En el retiro se han tocado las cosas y valores esenciales de los que el sacerdote está dotado y de los que está a cargo. Fray Jozo los animó a aceptarse, a amarse a sí mismos y a apreciar la propia vocación, porque nada es tan fácil de perder en este tiempo como al sacerdote.
En el retiro, los presbíteros tuvieron claro que un sacerdote encendido trae la luz, un sacerdote sereno, pacífico, bendecido, reconciliado con la Iglesia, reconciliado con su Dios, lleno del Evangelio, es una bendición y una alegría para todos. Y que el mayor desafío para un sacerdote hoy es preservar el Evangelio de Jesús, preservar la Iglesia, porque el mundo ataca a la Iglesia y con ello atacan al sacerdote, lo que es difícil de soportar para él.
Los participantes del retiro eran todos de América Latina, donde la Iglesia también es perseguida hoy en día. Por lo cual, fray Jozo los animó cuando les dijo que ser perseguidos por el Evangelio es gran cosa. El padre les recordó que Jesús también fue odiado, perseguido y juzgado. Que deben orar, para obtener en la oración una fuerza heroica y sobrenatural, porque un sacerdote no debe sucumbir.
Hoy en día hay muchos sacerdotes que se sienten solos, a lo que fray Jozo no les dio una respuesta nueva, ni una medicina nueva, ya que Jesús dio la respuesta. Él les invita a retirarse, a descansar.
En el retiro se resaltó que el sacerdote ha sido enviado solo, y debe tomar su fuerza de la oración para dar testimonio poderosamente. Pero nunca debe consumirse, no se le debe acabar el aceite, sino que debe ser como aquella lámpara de aceite, que cada vez que está de rodillas pueda sentir que se está llenando. Cuando atraviesa cualquier crisis, material o espiritual, y no tiene a nadie con quien compartir y nadie lo espera y se alegra con él, debe saber aguantarlo. Y en ese momento no hay nada más útil que poder confiárselo a Jesús y a la Madre. Porque tiene una Madre, y es con Ella con quien debe planificar su fe y su apostolado sacerdotal. Un sacerdote no está solo, tiene a la Virgen, su Madre, a Jesús, su Sumo Sacerdote.
Fray Jozo recordó a los sacerdotes que es necesario hacer un retiro espiritual para tomar conciencia de que son importantes y que, sin ellos, sin sacerdotes, no hay mundo, ni futuro del mundo, ni Iglesia. No hay prosperidad sin Jesús.
Eso es indudable. Juan María Vianney, santo patrono de los sacerdotes, dijo: “Deja una parroquia sin sacerdote por veinte años y adoraran al becerro de oro”.
Desde la Fundación Centro Medjugorje hablamos con cinco sacerdotes que hicieron el retiro y nos compartieron sus profundas experiencias.
Padre Ricardo Hernández Morales de Puerto Rico: “Este retiro ha sido sentirse como Pedro, Santiago o Juan. Estar aparte con el Señor, acompañarlo en la Transfiguración, acompañarlo en Getsemaní. Es estar con Jesús sencillo y cordial. Sentir el amor del corazón de Jesús junto a la Virgen. Ha sido un verdadero momento de descanso y de renovación”.
Fray Luis Humberto Ríos de México: “Todo en torno a este retiro me ha parecido excelente, porque es una buena oportunidad para reencontrarnos con Dios. Aunque no son cosas nuevas, pero sí son cosas que posiblemente se hayan olvidado o no estén tan frescas, y el padre Jozo nos ha sabido llevar por medio de meditaciones muy sencillas, especialmente con la Palabra de Dios, a profundizar en el gran regalo que tenemos que es el sacerdocio. Me impactó la parábola de Marta y María. El Señor dijo que ‘a María se le ha dado la mejor parte y nadie se la podrá quitar’, así me siento yo gracias a este retiro”.
Padre Francisco Samuel Bonilla de Honduras: “Para mí el retiro ha sido un momento de gracia. Ha sido un momento donde María me estaba esperando para convertirme, para regresar a su Hijo Jesús. Siento que he recibido muchos regalos en este retiro y no pienso tirarlos en saco roto”.
Padre Diego de la Texera de Puerto Rico: “Quiero agradecer la oportunidad de poder hacer el retiro con padre Jozo, en el cual he podido profundizar en la vida sacerdotal. Y remarco esta experiencia de poder ahondar, no quedarnos en la orilla. Ir descubriendo cual es el sentido de nuestras obras ministeriales y profundizar también en las virtudes teologales, especialmente el don de la fe, que crece por la escucha de la Palabra de Dios y los sacramentos. Y de todo esto quisiera también que se imprima en mí la imagen de un hombre humilde, sencillo, pero muy aplomado. La palabra del padre Jozo ha llegado a mi corazón y sé que todo lo que le avala en su historia personal es confirmación de que es Dios y la Santísima Virgen María son quienes están tras sus palabras y su ministerio”.
Obispo emérito Mons. Daniel Fernández de Puerto Rico: “He tenido el privilegio, el regalo de Dios, de vivir estos días de ejercicios espirituales con padre Jozo. Me he encontrado con un sacerdote humilde, pero de una profunda espiritualidad sacerdotal, que nos ha ayudado a hacer un recorrido que nos permite renovarnos en nuestro ministerio sacerdotal, en nuestro servicio a la Iglesia. Recordándonos los fundamentos de nuestro ministerio, desde nuestra vocación que nace en Dios, que es nuestro Padre, que como Padre nos acompaña cada día de nuestra vida. Nos ha recordado que nuestra fuerza está en la oración. Nos ha invitado nuevamente, de diversos modos, a la conversión. Y también nos ha recordado la importancia fundamental que tiene en la vida de todo cristiano, y en la vida del sacerdote de modo particular, la celebración eucarística. Hablándonos de un modo hermoso de lo que significa celebrar la eucaristía y unirnos a Jesús. Como el agua y el vino se unen, en la Consagración se convierten en la única sangre del Señor, que nosotros seamos también uno con Cristo. Y todo esto, por supuesto, acompañado y llevado de la ternura, del cariño de la Madre del Cielo, que es la que siempre nos lleva a Jesús. Ha sido para mí una experiencia que definitivamente recomendaría a muchos sacerdotes para que también puedan disfrutar de ella. Ha sido una bendición”.
Lo mejor y más importante que podemos hacer nosotros los laicos, es orar y ayunar por los sacerdotes. La oración de los fieles une a las personas y abre sus corazones para entender al sacerdote. Esa oración es precisamente un puente. Por lo cual, debemos amar al sacerdote y ayudarlo en este tiempo que es difícil. Y que los laicos les brindemos a los sacerdotes una amistad sincera y verdadera, diciéndoles lo que el mundo piensa de ellos, pero también diciéndoles lo que Dios piensa de ellos.
Por lo que nos han compartido, nos damos cuenta que todos estos sacerdotes vuelven enriquecidos, llevando regalos para todos en sus parroquias y comunidades. Estos sacerdotes podrán subir al altar y al ambón con una nueva ilusión y comunicar al mundo de dónde vienen, contar lo que sus ojos vieron y sus oídos escucharon. Son aquellos felices mensajeros de paz y predicadores de un mundo nuevo y mejor.