“¡Queridos hijos! En este tiempo turbulento, en que el demonio está cosechando almas para atraerlas hacia sí, os llamo a una oración perseverante para que en la oración descubráis al Dios del amor y de la esperanza. Hijos míos, tomad la cruz en vuestras manos. Que ella sea para vosotros estímulo de que el amor triunfa siempre, especialmente ahora que la cruz y la fe son rechazadas. Con vuestras vidas, sed reflejo y ejemplo de que la fe y la esperanza aún están vivas y que un mundo nuevo de paz es posible. Estoy con vosotros e intercedo por vosotros ante mi Hijo Jesús. ¡Gracias por haber respondido mi llamada!”