Queridos hermanos y hermanas:
¡Reciban hoy y siempre la paz y la alegría de Jesús y de María!
La última vez que escribí acerca de la alegría, aún no se había desatado en el mundo la catástrofe del coronavirus o covid-19. Es más, creo que ninguno de nosotros había imaginado que algo así pudiese llegar a suceder, más allá de lo que parecía fantasía de algunas películas de ciencia-ficción.
Ahora bien, siendo esta situación actual tan grave y el futuro tan incierto, más de una persona me ha llamado o me ha escrito preguntándome ¿cómo hago para conservar la paz y la alegría en estos momentos?
Ante esta pregunta les recuerdo la promesa de Nuestra Madre en el mensaje del 25 de marzo de 2020: “¡Queridos hijos! He estado con ustedes todos estos años para conducirlos por el camino de la salvación”. Y si la Reina de la Paz está con nosotros para protegernos y salvarnos, entonces ¿quién puede estar en contra de nosotros?
Nuestra Madre con sus mensajes nos recuerda lo que nos dijo su Hijo Jesús en los santos Evangelios, y en algunos libros del Antiguo Testamento, que nunca estaríamos solos pues ellos nos acompañan y no protegen con su amor y fuerza espiritual.
Por lo cual, si bien es necesario tomar los recaudos sanitarios necesarios para protegernos y para cuidar a los demás, también es importante recordar que estos son momentos fundamentales para renovar nuestra confianza en el amor protector de Dios y de Nuestra Madre la Virgen Santísima. Esto nos ayudará a conservar el buen humor y la alegría incluso en medio de la tormenta de este tiempo de epidemias y de aislamiento.
La alegría por Confiar en la fidelidad y en la protección de Dios
“Jesús no pide grandes hazañas,
sino únicamente abandono y gratitud”.
Santa Teresa de Lisieux
En el Antiguo Testamento, vemos como Dios -quien realizó una alianza con su pueblo- se mantiene fiel a ese pacto; por lo cual, debemos renovar la confianza en la seguridad de la fidelidad del Señor. Y en estos tiempos de inseguridad, podemos encontrar en la palabra de Dios un renovado estímulo para la alegría: “¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! Cuando tú viste mi aflicción y supiste que mi vida peligraba, no me entregaste al poder del enemigo, me pusiste en un lugar espacioso”.[1] Y “Divulgan el recuerdo de tu inmensa bondad y cantan alegres por tu victoria”.[2]
Por lo cual, Dios, al enviarnos a su Madre, nos trae el consuelo que necesitamos en todo momento, pero especialmente en estos tiempos difíciles.
Sabernos elegidos por Dios
“No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino yo el que los elegí a ustedes”
Jesús[3]
Así como la elección del pueblo Israel en las Sagradas Escrituras es objeto especial de alegría (referencia: Sal 149,2-4), del mismo modo, en nuestros corazones, se acrecentará el júbilo al meditar como hemos sido elegidos por nuestro Dios y por la Reina de la Paz, y el enorme privilegio que esto representa; sabiendo que su llamada se renueva cada día y en cada instante: “Todos ustedes por medio del Bautismo son llamados y amados de manera especial” (25 de diciembre de 2011).
Por lo cual, es fundamental -particularmente en estos tiempos- seguir el pedido de Nuestra Madre que, según el último mensaje, nos dice: “permitan que Dios le hable a su corazón” (25 de marzo de 2020). Por lo tanto, no podemos dejarnos aturdir por los medios de comunicación y por quienes alimentan el pánico y la desesperanza, sino que debemos bajar el nivel de ruido para poder escuchar los suaves susurros del Divino Maestro que nos habla el corazón.
Caminar en la sabiduría
El secreto de la felicidad es vivir cada momento y agradecer a Dios
por todo lo que en su bondad Él nos envía, día tras día”.
Santa Gianna Beretta Molla
Nuestra Madre nos ha advertido: “Satanás reina y quiere destruir sus vidas y la tierra por la que caminan” (25 de marzo de 2020); por este motivo, necesitamos pedir cada día al Espíritu Santo el don de la sabiduría y la protección divina.
En estos tiempos en que la vida está en riesgo más que nunca, nos ayudará recordar que tanto Nuestra Madre -al igual que las Sagradas Escrituras- nos invita a caminar en la sabiduría que procede de lo alto, como un don del Santo Espíritu, lo cual es fuente de serenidad y alegría. Por eso, el Señor nos enseña su palabra: “vivir con ella (la sabiduría) no cuesta nada, sino que, al contrario, trae alegría y felicidad”.[4] o también: “El que la ama, ama la vida, y los que la buscan ardientemente serán colmados de gozo”.[5]
Esta sabiduría siempre ha guiado a la Virgen María durante su paso por esta tierra; y es como el aliento de Dios respirando la vida en ti, y guiando tus pasos para que no tropieces; y si por un momento de confusión y de sordera llegases a caer, ella sería quien te ayudaría a levantarte.
Sin embargo, tengamos presente que el simple conocimiento intelectual no siempre lleva a encontrar la verdad, del mismo modo en que la erudición no lleva necesariamente a la sabiduría. Siendo la sabiduría uno de los dones del Espíritu Santo y germen de alegría, meditemos en ella y pidámosla con frecuencia a Dios.
En estos tiempos de combate espiritual, siento en mi corazón que en nosotros no debe decaer la esperanza ni la alegría, ya que la Gospa nos anima a ser valientes y nos promete que si nos decidimos por la santidad seremos testigos de milagros obrados por Dios en la vida de nuestros familiares y de muchas otras personas en el mundo entero: “Sean valientes y decídanse por la santidad. Verán la conversión en sus corazones y en sus familias; la oración será escuchada, Dios atenderá sus súplicas y les dará la paz”. (25 de marzo de 2020)
No lo dudes: en el silencio del aislamiento, pero también en la oración de clamor pidiendo por el mundo, Dios está realizando cosas maravillosas en toda la tierra.
Me encomiendo a tus oraciones junto a los seminaristas y laicos de mi comunidad, y le pido a nuestro Buen Dios que te bendiga abundantemente, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Padre Gustavo Jamut,
Oblato de la Virgen María
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[1] Sal 31,8ss
[2] Sal. 145,7ss
[3] Juan 15:16
[4] Sab. 8,16
[5] Eclo. 4,12