MENSAJE DE LA VIRGEN DE MEDJUGORJE a Mirjana Dragicevic 18 de marzo de 2019
Queridos hermanos:
¡Reciban hoy y siempre la paz y la alegría de Jesús y de María!
Al inicio de este Mensaje, la Madre nos dice: “Los invito a que acojan a mi Hijo…”
Pero podríamos preguntarnos: ¿qué significa acoger a Hijo Jesús?
A mi entender, puede significar varias cosas:
- Tener el deseo de que Jesús habite en nuestra alma de manera permanente.
- Estar atento a los susurros de su Espíritu y a lo que nos pide en cada momento de la vida.
- Trabajar en la limpieza y purificación de nuestra mente, apartando todo pensamiento equivocado y turbulento, para que él pueda inundarnos de su presencia que irradia paz.
- Trabajar en la purificación de nuestros corazones, para limpiarlo diariamente de toda emoción negativa dirigida hacia otras personas.
- Querer parecernos cada día un poco más a él, en su modo de pensar, hablar y actuar.
- Recibir a Jesús, presente en cada persona, incluso en aquellos que en algún aspecto nos hacen la vida difícil.
- Recibir a Jesús, presente especialmente en los pobres y en los enfermos del alma y del cuerpo.
Pienso que estos puntos nos pueden ayudar a reflexionar y examinarnos durante este tiempo de Cuaresma, si verdaderamente estamos acogiendo a Jesús.
Otra frase que también te propongo meditar durante esta Cuaresma es: “mi Hijo los conoce”.
¡Qué hermoso es saber que Dios nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos! Por eso San Agustín solía repetir: “Señor Jesús que me conozca a mí, y que te conozca a Ti”.
La experiencia de la oración hecha con el corazón, nos ayuda a conocernos cada día un poco mejor a nosotros mismos, pero sobre todo a conocer a Jesús, y a vivir junto a él: “una vida maravillosa”, como nos enseña la Gospa en este Mensaje.
Parece una locura afirmar que podemos tener “una vida maravillosa”, especialmente si tú o algún familiar o amigo querido están enfermos; o si tienes algún vecino o compañero de trabajo que te hace la vida difícil. Sin embargo, la Reina de la Paz nos invita a confiar en Dios con todo el corazón y con todas las fuerzas, por eso nos dice con total seguridad: “Acójanlo, y los momentos de dolor y sufrimiento se convertirán en momentos de bienestar. Acójanlo, y tendrán paz en el alma, la difundirán a todos en torno a ustedes, eso es lo que más necesitan”.
No se tú, pero a mí estas palabras de la Virgen Santísima me traen un gran consuelo y llenan mi alma de paz, esperanza y alegría, que quiero compartir cada día con mis hermanos de comunidad: sacerdotes, hermanos, seminaristas y laicos. Por eso, hoy me ánimo a decirte: cree firmemente y con todo el corazón en estas palabras de la Madre de Dios, y entonces verás milagros en tu vida y en la vida de otras personas.
Finalmente me animo a mí mismo -y también te animo a ti- a cumplir con este mandato de Nuestra Señora: “Oren por los pastores, por aquellos cuyas manos ha bendecido mi Hijo”.
Nuestra Madre y la Santísima Trinidad sabrán cómo devolverte en multiformes bendiciones cada oración y cada obra buena que hagas a favor de sus hijos los sacerdotes.
Te saludo a la distancia, encomendándome a tus oraciones, y pidiéndole a Dios que -por intercesión de San José y de Santa María- derrame en tu vida, en tu familia y en tu comunidad: Rocío de bendiciones.
Padre Gustavo E. Jamut, omv