Una de las virtudes que debemos imitar de la Santísima virgen María es “la obediencia” pues según lo que conocemos, María desde su infancia se mostró obediente a sus padres y luego el gran acontecimiento de la Anunciación en donde María al conocer el plan de salvación solamente responde “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” Lc 1,38. Entonces rescatamos de María la virtud más sublime como es la obediencia.
Actualmente, aunque el mundo esté muy desfigurado del verdadero rostro de Dios, debemos ser obedientes al mensaje de Jesús llevándolo a todos los rincones del mundo; entendemos que la obediencia impide los malos efectos del egoísmo y los errores a los que nos llevan los lazos del demonio. Por lo tanto es necesario adentrarnos a la obediencia del Padre aunque el mundo esté en nuestra contra, convertirnos en víctimas y mártires por amor a Dios y por nuestra opción preferencial por los pobres y necesitados.
La Reina de la Paz en sus mensajes de amor, nos hace un llamado especial para combatir al demonio con la oración, la vivencia de los sacramentos y con el testimonio. Es tiempo de despertar de la pereza espiritual y con prontitud obedecer lo que nos pide la virgen, así como ella lo hizo con el plan de salvación.