Queridos hijos, hoy os invito a que viváis en vuestras vidas el amor a Dios y al prójimo. Vosotros, queridos hijos, no podéis hacer nada sin amor. Por eso, hijos míos, os invito a que viváis el amor mutuo. Sólo así podréis amarme y aceptarme y amar y aceptar a todos los que vayan a vuestras parroquias. Todos recibirán mi amor a través de vosotros. Por eso, queridos hijos, os ruego que comencéis hoy mismo a amar con el fervor con que Yo os amo. Gracias por haber respondido a mi llamada.