Queridos hijos, Dios me ha enviado entre vosotros por amor, para conduciros por el camino de la salvación. Muchos de vosotros habéis abierto vuestros corazones y habéis aceptado mis mensajes, pero muchos os habéis extraviado en este camino y nunca habéis conocido, con todo el corazón, al Dios del amor. Por eso os invito: sed vosotros amor y luz donde hay tinieblas y pecado. Estoy con vosotros y os bendigo a todos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!