¡Queridos hijos! Hoy, como nunca antes, os invito a la oración. Que vuestras vidas se vuelvan plenas de oración. Sin amor, no podéis orar, por tanto, os invito a que primero améis a Dios, el Creador de vuestras vidas y entonces también podréis descubrir y amar a Dios en todos, tal y como El os ama a vosotros. Queridos hijos, es una gracia que yo pueda estar con vosotros. Por tanto, aceptad y vivid mis mensajes por vuestro bien. Yo os amo y por eso estoy con vosotros, para instruiros y guiaros a una nueva vida de renuncia y conversión. Sólo de esa manera, podréis descubrir a Dios y todo lo que ahora está lejos de vosotros. Por eso, queridos hijos, ¡orad! Gracias por haber respondido a mi llamada.