Queridos hijos, Me regocijo con vosotros y, en este tiempo de gracia, os invito a una renovación espiritual. Orad, hijos míos, para que en vosotros habite el Espíritu Santo en plenitud, de modo que en la alegría podáis testimoniar a todos aquellos que están lejos de la fe. Hijos queridos, orad especialmente por los dones del Espíritu Santo, para que en el espíritu del amor, cada día y en cada situación, estéis más cerca del hermano y superéis toda dificultad con sabiduría y amor. Estoy con vosotros e intercedo por cada uno ante Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamada.