Queridos hijos, ¡Ánimo hijos míos! He decidido conduciros por el camino de la santidad. Renunciad al pecado y emprended el camino de la salvación, camino que mi Hijo ha elegido. A través de cada una de vuestras tribulaciones y padecimientos, Dios os mostrará el camino de la alegría. Por eso, hijos míos, rezad. Estamos cerca de vosotros con nuestro amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!