Queridos hijos, os invito a la oración de corazón. De manera especial, hijos míos, os invito a que recéis por la conversión de los pecadores, de aquellos que con la espada del odio y sus blasfemias diarias traspasan mi corazón y el de mi Hijo Jesús. Hijos míos, oremos por todos los que no desean conocer el amor de Dios, aunque estén en la Iglesia. Oremos para que se conviertan para que la Iglesia resucite en el amor. Hijos míos, únicamente con el amor y la oración, podréis vivir este tiempo que os ha sido dado para la conversión. Poned a Dios en primer lugar, así, Jesús Resucitado llegará a ser vuestro amigo. Gracias por haber respondido a mi llamada.