Queridos hijos, abrid vuestro corazón a la misericordia de Dios en este tiempo cuaresmal. El Padre Celestial desea liberaros a cada uno de vosotros de la esclavitud del pecado. Por eso, hijos míos, aprovechad este tiempo y a través del encuentro con Dios en la Confesión, abandonad el pecado y decidíos por la santidad. Haced eso por amor a Jesús, quien con su sangre nos ha redimido a todos para que fuéramos felices y estuviéramos en paz. No olvidéis, hijos míos, que vuestra libertad es vuestra debilidad, por eso seguid mis mensajes con seriedad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!