¡Queridos hijos! Escuchad, porque deseo hablaros e invitaros a tener más fe y confianza en Dios que os ama inconmesurablemente. Hijos míos, vosotros no sabéis vivir en gracia de Dios, por eso os llamo a todos de nuevo a llevar la palabra de Dios en vuestros corazones y pensamientos. Hijos míos, poned la Sagrada Escritura en un lugar visible en vuestras familias, leedla y vividla. Enseñad a vuestros hijos, porque si vosotros no sois un ejemplo para ellos, los hijos se irán por el camino de la impiedad. Reflexionad y orad, y entonces Dios nacerá en vuestros corazones y vuestros corazones estarán alegres. Gracias por haber respondido a mi llamada.