Queridos hijos, hoy os doy las gracias y deseo invitaros a todos a la paz de Dios. Deseo que cada uno experimente en su propio corazón esa paz que Dios da. Hoy quiero bendeciros a todos; os bendigo con la bendición del Señor. Y os suplico, hijos queridos, que sigáis y viváis mi camino. Os amo, hijos queridos, y por eso quizás tantas veces os invito y os doy gracias por todo lo que estáis haciendo por mis intenciones. Os ruego, ayudadme para que pueda ofreceros al Señor y para que os salve y os guíe por el camino de salvación. Gracias por haber respondido a mi llamada.