Queridos hijos, os ruego que a partir de hoy acojáis el camino de la santidad. Os amo y por eso deseo que seáis santos. No quiero que Satanás os obstaculice en este camino. Queridos hijos, orad y aceptad todo lo que Dios os presenta en este camino, que es doloroso pero a quien comience a recorrerlo, Dios le revelará toda la dulzura, de modo que responderá con gusto a cada llamada vuestra. No le deis importancia a las cosas pequeñas de aquí, aspirad a las del Cielo. Gracias por haber respondido a mi llamada.