Queridos hijos, que este tiempo sea para vosotros tiempo de oración personal, para que en vuestros corazones crezca la semilla de la fe, y pueda crecer en testimonio alegre para los demás. Yo estoy con vosotros y deseo exhortaros a todos: creced y alegraos en el Señor que os ha creado. Gracias por haber respondido a mi llamada.