Queridos hijos, vosotros no sois conscientes de las gracias que el Señor os concede. En estos días en que el Espíritu Santo está obrando de un modo especial, vosotros no os dejáis movilizar. Vuestros corazones están vueltos hacia los bienes terrenos, y esos bienes os preocupan. Volved vuestros corazones a la oración y pedid que el Espíritu Santo se derrame en vosotros. Gracias por haber respondido a mi llamada.