Queridos hijos, os invito a amar al prójimo y sobre todo a amar a quienes os hacen daño. Así, con amor, vosotros podréis discernir las intenciones del corazón. Orad y amad, queridos hijos. Con el amor podréis hacer también aquello que os parece imposible. Gracias por haber respondido a mi llamada.