Queridos hijos, hoy os invito a trabajar en la iglesia. Os amo a todos por igual y deseo que todos trabajéis según vuestra propia capacidad. Yo sé, queridos hijos, que vosotros podéis hacerlo pero no lo hacéis porque os consideráis limitados e insignificantes para esas cosas. Sed valientes y ofreced pequeñas flores a la Iglesia y a Jesús, para que todos os sintáis contentos. Gracias por haber respondido a mi llamada.