Queridos hijos, hoy os invito a todos a la oración. Queridos hijos, sin oración no podéis sentir a Dios ni a mí, ni las gracias que os estoy dando. Por eso, os invito a que comencéis y terminéis el día con la oración. Queridos hijos, deseo guiaros día a día cada vez más a la oración, pero vosotros no podéis crecer porque no lo deseáis. Os invito hijitos, a poner siempre en primer lugar la oración. Gracias por haber respondido a mi llamada.