Queridos hijos, hoy también os invito a consagrarme vuestras vidas con amor para que yo pueda guiaros en el amor. Os amo, con un amor especial, y deseo conduciros a todos al Cielo con Dios. Deseo que vosotros comprendáis que esta vida, en comparación con la del Cielo, dura poco. Por eso, queridos hijos, decidíos hoy nuevamente por Dios. Solo así podré mostraros cuánto os amo y cuánto deseo que todos vosotros seáis salvados y estéis conmigo en el Cielo. Gracias por haber respondido a mi llamada.