“Queridos hijos, os invito a abriros a Dios. Mirad, hijos míos, cómo la naturaleza se abre y da vida y frutos; de la misma manera yo también os invito a vosotros a la vida con Dios y al abandono total a Él. Hijos míos, estoy con vosotros y deseo llevaros continuamente a la alegría de la vida. Deseo que cada uno descubra la alegría y el amor que se encuentran sólo en Dios, y que solo Dios puede dar. Dios no quiere nada de vosotros, sino solamente entrega. Por lo tanto, hijos míos queridos, decidíos seriamente por Dios, porque todo el resto pasa pero sólo Dios permanece. Orad para poder descubrir la grandeza y la alegría de la vida que Dios os da. Gracias por haber respondido a mi llamada”