Queridos hijos, hoy también doy gracias al Señor por todo lo que está haciendo y, de modo especial, por la gracia de poder estar también hoy con vosotros. Queridos hijos, estos son días en los que el Padre ofrece gracias particulares a todos aquellos que le abren el corazón. Os bendigo y deseo que también vosotros, hijos, conozcáis las gracias de Dios y pongáis todo a disposición de Dios para que Él sea glorificado a través de vosotros. Mi corazón sigue atentamente cada uno de vuestros pasos. Gracias por haber respondido a mi llamada.