Queridos hijos, alegraos conmigo, mi corazón se regocija por Jesús a Quien quiero regalaros en este día. Quiero, queridos hijos, que cada uno le abra su corazón a Jesús y yo os lo daré a vosotros con amor. Deseo, queridos hijos, que Jesús os transforme, os instruya y os proteja. Hoy oro por cada uno de vosotros de manera especial y os presento al Señor para que Él se os revele. Os invito a la oración sincera del corazón a fin de que vuestra oración sea un encuentro con el Señor. Poned al Señor en el primer lugar en el trabajo y en la vida de todos los días. Hoy os invito a obedecerme firmemente y a hacer todo cuanto os digo. Gracias por haber respondido a mi llamada.